domingo, 7 de abril de 2013

La adoración aprobada

Por: Kenneth Matarrita

La adoración aprobada


Una de las más grandes incertidumbres que ha existido desde hace tiempo ya dentro de las doctrinas de la iglesia del Nuevo Testamento, es la referente al uso de instrumentos dentro de la adoración a Dios. Alrededor de este tema se han tejido gran cantidad de teorías, interpretaciones, y hasta discusiones, lo cual ha llevado muchas veces a divisiones dentro de una congregación, al abandono por parte de algunos miembros, e incluso su traslado a una denominación donde si se apruebe esta práctica, o por el contrario, donde no se lleve a cabo.
A través de este estudio le haremos conocer más a fondo acerca de uno de esos tantos temas tabú temidos y evitados dentro de las enseñanzas de la iglesia, para que cada miembro tenga la capacidad de poder defender las razones por las cuales no adora a Dios de la manera que muchas iglesias si lo hacen, y que incluso entre los no convertidos es algo extraño el solo uso del canto a capella (sin acompañamiento).

En el Antiguo Testamento

En Génesis 4: 21 se habla acerca de Jubal, del linaje de Caín, que fue el padre de los que tocaban el arpa y la flauta. Labán amonestó a Jacob por haber huído y no permitir que se le despidiera con alegría y con cantares, tamborín y arpa. (Gén. 31: 27)

Después de cruzar el Mar Rojo, Moisés e Israel entonaron un cántico al Señor (Exo. 15: 1-18). María luego tomó un pandero y dirigió a las mujeres, que también tenían panderos, en los cánticos y las danzas. (Exo. 15: 20, 21). Cuando el Señor estaba dando instrucciones para la adoración en el tabernáculo, le ordenó a Moisés hacer dos trompetas de plata. (Num. 10: 1, 2) Esas trompetas habían de ser utilizadas para dar indicaciones, cuando sonaban las dos, toda la congregación debía reunirse en la puerta del tabernáculo. Además, el año de jubileo se iniciaba haciendo sonar el cuerno de carnero. Fuera de esto, no se menciona ningún instrumento con relación a la adoración en el tabernáculo.

Si vamos a los libros históricos encontraremos que las alusiones a los instrumentos musicales son abundantes. Cuando Jefté volvió de la batalla, su hija lo recibió con panderos y danzas (Jue. 11: 34). El rey Saúl, luego de ser ungido por Samuel, se encontró con un grupo de profetas que descendían del lugar alto con salterio, pandero, flauta y arpa delante de ellos. (1 Sam 10: 5, 10). Después de la victoria de David sobre Goliat, las mujeres que salieron al encuentro de Saúl cantaban y danzaban con panderos.
David mismo fue un reconocido músico. Fue escogido para tocar el arpa delante de Saúl y así aliviar su estado emocional cuando un espíritu inmundo venía a él (1 Sam. 16: 14-23). Más tarde, David y toda la casa de Israel sacaron el arca de la casa de Abinadab. Estaban festejando delante del Señor con todas sus fuerzas con cánticos y con arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos. (2 Sam. 6: 5, 1 Cron. 13: 7-8).
En 1 Crónicas 25: 1-8, el cronista acreditó a David y a los jefes del ejército haber apartado a los hijos de Asaf y de Hemán para profetizar con arpas, salterios y címbalos. Tanto hombres como mujeres se dedicaron a la música con instrumentos en el servicio de la casa de Dios. Eran músicos hábiles y capacitados, que formaban una especie de coro. Todo esto fue anterior a la construcción del templo. Sin embargo, nada se decía acerca de la autoridad de David para tales actos. No es sino hasta en 2 Crónicas 29: 25 donde leemos que “aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas”. Años más tarde, una vez finalizada la construcción del templo, este fue dedicado por Salomón. Había 120 sacerdotes con trompetas. Los cantores tenían címbalos, salterios y arpas. El grupo hizo oír su voz al unísono en alabanza y acción de gracias al Señor. No podríamos suponer que el Señor estuviera disgustado, porque dice: “la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios” (2 Cro. 5: 13, 14). Tiempo después Ezequías llevó a cabo su reforma, situando a los levitas en la casa del Señor. (2 Cró. 29: 25-27) Los cánticos comenzaban cuando se ofrecía el sacrificio. Toda la asamblea adoraba.

En cuanto a los libros de los profetas, se encuentran gran cantidad de referencias al canto y la alabanza, sin embargo solo unos pocos mencionan el uso de instrumentos (Is. 30: 29; Eze. 26: 13; Eze. 40: 44; Amós 6: 5; Amós 5: 23).
Ahora bien, al dirigirnos al libro de los Salmos, nos encontraremos con una mayor referencia al uso de instrumentos. Primero que nada, hemos de destacar que aunque se ha asumido ampliamente que todos los salmos hablan de adoración en grupos, muchos de ellos no indican si se está refiriendo a una adoración pública o privada. En la adoración del templo, los sacerdotes y los levitas eran los músicos y los cantores. La asamblea reunida no eran los que cantaban.

De los 150 salmos, sesenta y nueve no hacen mención de un instrumento cuando se refieren al canto y al aclamar con alegría. La boca como instrumento de alabanza se menciona unas nueve veces (Sal. 40: 3; 63: 5; 71: 8; 89: 1; 109: 30; 145: 21). Se mencionan los labios y la lengua (71: 23, 24; 119: 13, 171, 172). Dieciséis salmos mencionan explícitamente el uso de un instrumento (57: 7, 8; 68: 25; 71: 22; 81: 2, 3; 92: 2, 3; 98: 5; 108: 2; 144: 9; 147: 7; 149: 3; 150: 1-6). Las bocinas (150:3), el decacordio  (33: 2) y las arpas (137: 2) son los instrumentos comúnmente mencionados. Salmos 150 menciona toda una orquesta.
 Aún cuando la palabra cantar se menciona setenta y siete veces en cincuenta y ocho salmos, únicamente en cuatro de ellos especifican también un instrumento. Algunos salmos son declaraciones personales. El salmista estaba alabando a Dios en un ambiente privado y personal.

En el Nuevo Testamento

En el nacimiento de Jesús hubo canto celestial: “Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Luc. 2: 13-14) Los que tocaban flautas formaron parte del alboroto en el duelo en la casa de Jairo, cuando la hija de este se creía muerta (Mat. 9: 23). Aunque ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamente se detalla la ceremonia de los funerales, en Mateo 11: 17 los muchachos en las plazas son descritos como diciendo a sus compañeros “Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos y no lamentasteis”. Luego, si bien no se menciona ningún instrumento, es de suponer que la danza de Salomé ante Herodes estuvo acompañada de instrumentos (Mat. 14: 6; Mr. 6: 22). El hermano mayor escuchó música y danzas en la casa luego del regreso de su hermano pródigo (Luc. 15: 25). En base a estos pasajes sabemos que las personas del siglo primero estaban acostumbradas a la música de celebración. La música también tiene relación con la cena de la Pascua (la cual se celebraba en las casas). Al final de la cena, Jesús y Sus discípulos cantaron un himno y salieron al Monte de los Olivos (Mt. 26: 30).

Yendo al libro de Hechos, Pablo y Silas estaban orando  y cantando en la cárcel de Filipos a medianoche (Hec. 16: 25, 26). Es poco probable que alguno de los presos tuviera algún instrumento. Esta es la primera alusión en la historia al canto cristiano.
Pablo habla a los Corintios de cantar con el espíritu y con el entendimiento (1 Cor. 14: 15). En el último día se tocará la trompeta y los muertos serán resucitados incorruptibles (1 Cor. 15: 52). Hebreos 12: 18-19 habla de una trompeta en el Monte Sinaí.

Pablo también comentó “Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara?...” (1 Cor. 14: 7, 8). En una metáfora en 1 Cor. 13: 1, Pablo habló del metal que resuena y del címbalo que retiñe.
En 1 Cor. 14: 26 dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo…”. Este pasaje demuestra fuera de toda duda que el canto era parte de una asamblea de adoración en Corinto, así como lo fue en la oración. La iglesia de Corinto cantaba.  En Efesios 5: 18, 19: “sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales…” Estos tres mismos tipos de canto se mencionan en Colosenses 3: 16. Claro está en el pasaje que no se dice “tocar salmos, himnos y cánticos espirituales”. En cuanto al Apocalipsis, son pocas las alusiones a la música, y ninguna de ellas describe actividades en la iglesia. Hay una escena celestial que presenta cuatro seres vivientes y veinticuatro ancianos, cada uno con un arpa, y postrándose delante del Cordero (5: 8-10). La trompeta como instrumento para dar aviso está en el Antiguo Testamento, y la encontramos aquí también (ver 8: 13, 9: 14).

Los padres de la iglesia

Estos son los primeros cristianos que empezaron a escribir y registrar los datos acerca de la iglesia luego de que los apóstoles habían muerto. Si bien es cierto no son autores inspirados por Dios, sin embargo sus registros nos ayudan a conocer un poco más acerca de los primeros años de la iglesia de Cristo.
Alrededor del año 110 d.C. Plinio era gobernador de Bitinia. Le escribió al emperador romano Trajano para averiguar como tratar a los cristianos en su distrito. De un gobernador pagano que nunca había visitado una asamblea cristiana no se esperaría conocer los detalles del culto de adoración. De la información que le habían dado, entendió que los cristianos se reunían “en un día fijo de la semana antes de que amaneciera, y cantaban un himno a Cristo, como a un Dios” (Plinio Epístolas de Plinio). Clemente de Alejandría escribió: “Por tanto démosle eterna alabanza, no solo con los labios, sino también con nuestro corazón, para que Él pueda recibirnos como hijos”. (2º Clemente). Ignacio advirtió a los romanos diciendo: “Para que formando vosotros un coro en amor, podáis cantar al Padre en Jesucristo”. (Ignacio Epístola a los Romanos 2).
Tomando en cuenta la reputación moral del instrumento, el uso del mismo en la adoración era impensable. En las iglesias no había controversia sobre su uso en las reuniones. Simplemente no era un asunto que se cuestionara. Los instrumentos estaban asociados con los ritos paganos y la inmoralidad. Tertuliano afirmó que los cristianos habían de detestar los instrumentos usados en el teatro.

La Reforma

La Reforma fue el movimiento religioso cristiano, iniciado en Alemania en el siglo XVI (entre los años 1501-1600 d.C.), que tuvo su origen en las críticas con las que diversos religiosos, pensadores y políticos europeos buscaron provocar un cambio profundo en los usos y costumbres de la Iglesia católica. Su intención era reformar el catolicismo con el fin de volver al cristianismo primitivo.

Los que participaron en este movimiento se enfrentaron con la interrogante sobre la utilización  de la música instrumental en la adoración. La misma se había convertido en práctica de la Iglesia Católica Romana. La Iglesia también había introducido el culto de imágenes, incienso, velas, reliquias y mucho más.
Martín Lutero, el monje alemán que se convirtió en el integrante más prominente del este Movimiento, era indiferente ante la utilización de imágenes e instrumentos. En su opinión se trataba de asuntos de libertad de culto. Otro alemán, Gerhard Carlstadt, se opuso a su uso. Sostuvo que el que tocaba un instrumento no podría adorar si estaba ocupado atendiendo asuntos musicales. Por otro lado, el suizo Huldreich Zwingli insistió en que solamente lo que Cristo había ordenado en el Nuevo Testamento debía ser parte de la adoración de la iglesia. Todo lo que era agregado al mandamiento de Cristo, constituía un abuso. En respuesta a este tipo de enseñanza, el órgano dejó de ser utilizado en algunos servicios de adoración. Juan Calvino, otro gran reformista, no se opuso al uso privado de instrumentos, solamente a su utilización en la asamblea cristiana. Cotton Mather dijo: “No hay una sola palabra en el Nuevo Testamento sobre la institución de música instrumental en la adoración a Dios”.

Ya en el siglo XIX (entre los años 1801-1900), después de la guerra, J. W. McGarvey comentó sobre la transformación que se estaba llevando a cabo. Anteriormente ningún predicador había defendido el uso de instrumentos, sin embargo, vio algunos que argumentaban que era solamente un asunto de conveniencia. McGarvey insistió en que no hay autoridad en las Escrituras para los instrumentos.
En congregación tras congregación, surgió la división y creció la amargura por la introducción del instrumento, sea que los que favorecían la práctica fueran de la minoría o de la mayoría. En muchos casos, los que se oponían a la música instrumental en el culto tuvieron que retirarse de la congregación.
Un argumento muy utilizado por los que favorecían el uso de instrumentos era su insistencia en cuanto a que la palabra griega psallo en Efesios 5: 19 supone pulsar una cuerda. Esta afirmación aún se hace. Sin embargo, los que se oponen a esta interpretación han insistido en que si el término significa pulsar un instrumento, entonces el versículo indica cual es el instrumento, a saber el corazón humano.
Otro tipo de defensa del uso de instrumentos es que puesto que los instrumentos se mencionan en dieciséis salmos, no le desagradan a Dios. A esto se añade el hecho de que Apocalipsis presenta el uso de instrumentos en el cielo. La conclusión que se propone es que Dios seguramente los aprueba. Sin embargo, muchas cosas que los Salmos mencionan no las adoptan las congregaciones instrumentalistas, y lo mismo sucede con respecto al libro de Apocalipsis. Por ejemplo: la danza (149: 3; 30: 11; 150: 4), el uso del incienso (141: 2), maldiciones contra los enemigos (109: 7; 137: 9), sacrificios de animales (51: 19) o el lavado de manos (26: 6), entre otras cosas.

La “libertad cristiana” se ha llegado a entender muy erróneamente que es tener cualquier cosa que se desee en la adoración sin que los demás protesten. O bien la práctica de uso de instrumentos está autorizada o cae en el ámbito de la opinión y la conveniencia. Si psallo de Efesios 5: 19 ordena la utilización del instrumento, entonces se debe utilizar. No es un asunto opcional. Si el instrumento cae en el ámbito de la conveniencia y la opinión, es pecado, usarlo porque causa división (vea 1 Cor. 8: 13). Los que lo usan son responsables de la división que produce. Los que lo introdujeron, no los que se oponían, causaron la división.
¿Dónde en la Biblia es opcional la obediencia a cualquier mandamiento o advertencia? ¿Es la fe algo que los cristianos podemos optar por creer o no creer, de acuerdo a nuestras preferencias? Estamos de acuerdo en que el arrepentimiento y el bautismo son ordenados, sin embargo, ¿son estos mandamientos opcionales? Los mandamientos bíblicos que fueran opcionales no tendrían sentido, ya que siempre preferiríamos no hacerlos a hacerlos ya que sería lo más fácil.

La parte más importante de nuestro canto (el mensaje) está en las palabras. Las palabras de los cánticos de adoración podrían provenir de los cánticos de una página escrita, o por boca de otros. Las palabras podrían ser leídas, memorizadas, o proyectadas en una pantalla o pared. No importa como obtenemos la letra de nuestros cánticos, aún estamos cantando. No puede haber canto donde el entendimiento esté separado de las palabras (1 Cor. 14: 15), las cuales no pueden ser expresadas con instrumentos.

¿Qué del silencio de las Escrituras?

¿Es el silencio de las Escrituras una luz verde, significa seguir adelante, o es una luz roja? El Nuevo Testamento no consiste en una lista detallada de todas las cosas que una persona no debe hacer en la adoración. La Biblia no dice  que no debemos rociar con agua a los bebés, quemar incienso, celebrar procesiones religiosas, ni tener un papa, cardenales o sacerdotes. No dice que no debemos cobrar cuota de membresía, misas o velas.

Una buena ilustración la podemos tomar de las instrucciones de Dios para el arca. Sin usar negaciones, Dios le prohibió a Noé construir cualquier otro tipo de barco o de tamaño diferente. Noé hizo todo lo que el Señor le mandó (Gén. 6: 22).
Podemos ahora tomar ejemplos de la vida cotidiana. Si pido un tiquete de avión y lo pago con tarjeta de crédito, no es que necesario que diga lo que no quiero. Confío en que la compañía aérea me enviará solamente el boleto que he especificado. No me enviarán un boleto para otro día, para alguna hora ni un destino diferente. No me cobrarán por un almuerzo, por un seguro o por algo para leer. Solamente lo que yo he especificado. Pueden hacerlo ya que tienen mi número de tarjeta de crédito, sin embargo entienden que mi silencio no es una luz verde.

Cuando llevamos el automóvil al taller para un cambio de aceite, confiamos en que no recibirá también un juego de llantas nuevo. Tratarán de vender todos los servicios que ofrecen, sin embargo, ellos saben también que el silencio es una luz roja. Se les tiene que autorizar antes de que puedan hacer algo. El silencio es prohibitivo.
En el primer siglo, los apóstoles y los ancianos escribieron una carta acerca de los que estaban exigiéndoles a los gentiles circuncidarse. Sobre el asunto declararon: “no dimos orden” (Hec. 15: 24). Su silencio no era permisivo, sino prohibitivo. Cuando a Felipe en Samaria se le dijo que fuera al camino que conducía de Jerusalén a Gaza, no se le tuvo que decir: “No vayas a Jericó.” Cuando a Saulo de Tarso se le dijo que fuera Damasco, no se le tuvo que decir: “No regreses a Jerusalén”.

Algunas personas parecen dejarse convencer con la idea de que: “He leído todo el Nuevo Testamento y no he encontrado ningún versículo que diga que no se puede tener música instrumental en la adoración”. Lo absurdo de esta forma de pensar se hace evidente si la aplicamos a otras actividades de la adoración. El Nuevo Testamento no contiene ningún pasaje que diga que no podemos usar agua en la Cena del Señor en lugar de vino o jugo de uva. Cuando el Señor dijo “fruto de la vid” (Mat. 26: 29; Mar. 14: 25; Luc. 22: 18) eliminó con ello el uso de todo lo que no sea jugo de uva o vino, los cuales proceden de la vid. Otro ejemplo, el incienso era usado en la adoración del Antiguo Testamento. También es mencionado en los Salmos y en Malaquías. No encuentro ningún pasaje en el NT que diga que no lo podamos usar en la adoración de la iglesia si así quisiéramos. Sin embargo, Dios no les autorizó a los cristianos usarlo en la adoración.

La clase de pensamiento que estamos atacando no pregunta: ¿Qué desea Dios?, solamente pregunta: ¿Qué queremos nosotros? Su razonar dice que si una acción es deseable a los ojos humanos, definitivamente debe ser aprobado delante de Dios. Pasa por alto lo que Dios expresamente dice: “… mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos” (Isa. 55: 8). Nuestra primera  pregunta en la búsqueda de la voluntad de Dios en la Biblia no debe ser: ¿Dónde dice que no podemos? La primera pregunta debería ser: ¿Dónde dice Dios qué le agrada a Él?

La correcta adoración

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” (Heb. 12: 28, 29). De este pasaje de Hebreos hagamos notar dos ideas fundamentales:
1.       La adoración va dirigida a Dios, no a una audiencia. Al referirnos al libro de los Salmos veremos cuan frecuentemente aparece el llamado a “cantarle a Jehová” o “cantarle a Dios”, cuando se menciona la adoración. Nuestro canto va dirigido a Dios. Él es a quien se ha de complacer. La adoración en el canto no es un espectáculo.

A Dios es el que hemos de complacer en la adoración. Jesús describió su propio actuar diciendo: “yo hago siempre lo que le agrada (al Padre)” (Juan 8: 29). Su oración en el Huerto de Getsemaní fue: “no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Luc. 22: 42). El objetivo de Pablo al predicar no fue complacer a las personas, sino a Dios (1 Tes. 2: 4).

Lo único que Dios nos dice es: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales” (Efe. 5: 19). Además dijo: “Así que ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Heb. 13: 15).

Por la experiencia sabemos que si un hijo quiere una bicicleta de cierta marca y cierto color, y se le compra otra totalmente diferente, se habrá desperdiciado el dinero. Dios, no el creyente es el que ha de ser complacido con el canto. ¿Cómo podemos saber lo que Él desea? ¿Hemos de suponer que porque algo nos agrada, también le agrada a Él?

Entonces, ¿cuál es la adoración que Dios aprueba y en la que se complace? Él desea que nosotros como cristianos, cantemos y hagamos melodía en nuestros corazones. Estamos llamados a hacer Su voluntad sin importar lo que otros optan hacer. Josué expresó bien el objetivo cuando dijo: “… pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24: 15).

2.       Al decir “agradándole”, sugiere claramente que cierta clase de adoración no es aprobada.
Jesús habló de la adoración vana (Mt. 15: 9). El Señor exige que las personas le adoren solamente a Él. No comparte la adoración con ningún ídolo ni dios falso. En las Escrituras también vemos adoración a Dios (aparentemente sincera) que Él mismo rechazó. Aprobó la ofrenda de Abel, sin embargo rechazó la de Caín (Gén. 4: 4-5). Nadab y Abiú, hijos de Aarón, estaban adorando cuando fueron incinerados por usar un fuego extraño que Dios no había ordenado (Leví.  10: 1-2). Al rey Saúl se le informó que su plan de hacer sacrificio al Señor en Gilgal constituía una rebelión (1 Sam. 15: 23). Saúl rechazó la palabra del Señor y Este le rechazó a él.

A lo largo de la historia las personas parecen haber asumido que lo que se ofrece a Dios debe ser estéticamente agradable a los ojos y oídos de nosotros mismos. Han construido catedrales sorprendentemente adornadas con los más finos vitrales y lo mejor del arte. Muchas obras de arte fueron pintadas para adornar las iglesias. Se hacen procesiones para mostrar los oficiales de la iglesia en sus vestidos más llamativos. La mejor música, lo más agradable al oído humano, fue escrita para adorar. En cuanto a esto, Amós culpó a Israel de injusticia contra el prójimo, no de insinceridad en la adoración a Dios. Aún así Dios despreció sus fiestas. No aprobó sus sacrificios ni escuchó el sonido de sus instrumentos (Amós 5: 21-23). La adoración tiene que ser sincera, sin embargo, no constituye la única prueba para ser aprobada.


                                                                                                                                         
Estudio tomado de: “La interrogante sobre el uso de la música instrumental en la adoración”, de La Verdad para Hoy. Autor Jack Lewis

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