Por: Mateo Martínez
Las
experiencias que la vida nos va dejando nos ayudan a reforzar nuestro
carácter, modificar costumbres, a darle importancia a nuestros valores, aprendemos
a valorar nuestros sentimientos y los de las personas con quienes vivimos o
interactuamos. Estos son elementos enriquecedores en el desarrollo humano.
Por igual, hay experiencias muy
dañinas, estas afectan nuestros principios y valores, atacan nuestra
sensibilidad y ponen a prueba el amor, la prudencia, la humildad, la
consideración, la compresión, y en muchas ocasiones, el respeto por nosotros
mismo y por los demás. Pueden ser un veneno mortal a nuestros compromisos
espirituales, sentimentales, social y físico. Atacando directamente nuestra
integridad.
En este sentido, quiero compartir
contigo la experiencia de la distancia en la relación de pareja.
El creador nos ha hecho para que
vivamos en comunidad, no fuimos creados para vivir solos, fuimos hecho para
convivir, compartir, interactuar, aprender, relacionarnos, amar y ser amados,
ayudar y ser ayudados, expresarnos y que nos escuchen, preguntar y tener
alguien que nos responda, preocuparnos por alguien y tener quien lo haga por
nosotros. En fin, El Eterno pensó lo mejor para nuestra existencia en esta
vida.
Cuenta la Biblia que después de creado
los cielos, la tierra y todo ser viviente sobre ella, entonces creó Dios al hombre,
pero al verle, noto que estaba solo y de la costilla del hombre creo a su compañera, la mujer (Génesis 1 y 2). Aquí
inicia la relación de pareja, y la clave en esta relación nos la deja el mismo
Dios en Génesis 2:18, cuando dice… ‘’No
es bueno que el hombre este solo…’’
Pueden existir diversas razones por
las cuales tengamos que separarnos o distanciarnos de la compañera o del compañero,
pero esas razones no están por encima de
la voluntad de Dios en la relación de la pareja. El creador no deseó eso en esta
relación, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio con el sagrado
propósito de que estuvieran juntos, (Mateo 19:6). El hombre y la mujer cuando se unen en
matrimonio, se unen para estar juntos, no para vivir separados o distanciados.
De todos los enemigos del matrimonio,
el que más está atacando hoy día es la ocupación. Ambos conyugues tienen responsabilidades
que cada día van dejando menos tiempo a la relación de pareja. Muchas parejas
viven distanciadas aun viviendo en el mismo techo, pues las ocupaciones diarias
son tantas que no dejan el espacio necesario para la comunicación, las
interacciones interpersonales, el desarrollo conyugal y familiar. Factores como
estos están matando las relaciones de parejas.
Imagínese cuánto daño le hace al
matrimonio cuando por una situación ajena a la voluntad de uno de los conyugues
y por las mismas ocupaciones o circunstancias de la vida, tienen que
distanciarse. Por ejemplo: la enfermedad de un familiar, un trabajo o un viaje
inesperado. El efecto de la distancia es una experiencia no gratificante en el
matrimonio.
Esto me hace recordar cómo funciona el
fuego, y es que para mantener sus llamas encendidas es necesario mantener el
combustible necesario, de lo contrario puede apagarse y su calor desaparece o
desvanece. Si el combustible es la madera, necesitamos mantenerla juntas. Si es
algún material fósil, necesitamos que sea el adecuado, el que cumpla con las
características de mantener el fuego encendido.
Ningún fuego puede arder por mucho
tiempo si no hay el combustible suficiente. Así sucede en el matrimonio. Para
que la pasión, el amor, los sentimientos, y todo ese combustible emocional que
lo forma se mantenga, los cónyuges necesariamente deben permanecer juntos.
Esto me hace recordar que en el plan
de Dios, según Génesis 2: 24, cuando el hombre y mujer se unen en matrimonio
son una sola carne. En un cuerpo, sus miembros no pueden estar separados, de
estarlo, dejan de pertenecer a ese cuerpo. Así también el matrimonio.
¿Cuáles son las perdidas por el
distanciamiento?
- Como el fuego, necesitamos combustible para mantener la llama de la relación encendida. La pasión, esos pequeños y gratos momentos de ternura, esa delicada mirada, esas palabras de aliento, de amor, esos movimientos de aprecio y comprensión, ese pequeño detalle de una simple ‘’gracias’’, esa sonrisa de un yo te amo, esas palabras o besos de bienvenida al llegar a la casa después de un día de trabajo, incluso, hasta los mismo pequeños conflictos. Esos detalles se pierden en la distancia.
- Como el fuego, necesitamos una chispa para mantener la llama del amor encendida, este por la madera que lo anima a no apagarse y en el matrimonio, el amor que los une. La distancia enfría esa chispa. Si las maderas no están juntas, el fuego se apaga. Así también sucede en la relación de pareja.
- Como el fuego, el combustible necesita tener ciertas características que le beneficien, si es madera, no puede estar húmeda o verde, necesita estar seca, en las condiciones necesarias para mantener las llamas del fuego encendidas. Así también en el matrimonio. La distancia humedece la relación y las llamas del amor poco a poco se debilita y se apaga. Esos momentos en los cuales uno de los conyugues quiere compartir con el otro, esos momentos de espontaneidad, la distancia lo elimina
- La distancia enfría el compañerismo, la soledad se apodera de los conyugues, pues ya no existe la misma comunicación del día a día, y poco a poco cada uno se va adaptando a la separación. Se van descuidando los afectos, las emociones, la relación, el cariño y desaparece ese primer amor.
- La distancia hace que los conyugues busquen sustituir la relación. Cada uno busca donde refugiarse, sea en el trabajo, en los estudios, o incluso, buscando otra pareja. y de esto quiero hablarle en otra entrega.
Reflexionemos por un momento, ¿Cómo
nos estamos distanciando de nuestro cónyuge?
Cuando
conocemos a esa persona especial, con la cual nos gustaría pasar el reto de
nuestra vida, hacemos planes, soñamos y nuestra existencia comienza a tener un
sentido. Es cuando empezamos a pensar en una dimensión fuera de nuestra
individualidad.
Nuestros
pensamientos y acciones son puras expresiones de nuestros sentimientos. Y en
ellos solo existe la esperanza de amar y ser amado por esa persona que hemos
conocido.
En
nuestra mente no hay espacio disponible para pensar en estar alejado de ella o
del de él. Jamás pensado como seria nuestra vida si esa persona no está. Y es
que no hemos hechos planes para estar separados. Solo nos hemos preparado
emocional y sentimentalmente para vivir juntos a esa ser amado.
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