miércoles, 15 de mayo de 2013

Distancia en la relación de pareja


Por: Mateo Martínez

Las  experiencias que la vida nos va dejando nos ayudan a reforzar nuestro carácter, modificar costumbres, a darle importancia a nuestros valores, aprendemos a valorar nuestros sentimientos y los de las personas con quienes vivimos o interactuamos. Estos son elementos enriquecedores en el desarrollo humano.

Por igual, hay experiencias muy dañinas, estas afectan nuestros principios y valores, atacan nuestra sensibilidad y ponen a prueba el amor, la prudencia, la humildad, la consideración, la compresión, y en muchas ocasiones, el respeto por nosotros mismo y por los demás. Pueden ser un veneno mortal a nuestros compromisos espirituales, sentimentales, social y físico. Atacando directamente nuestra integridad.

En este sentido, quiero compartir contigo la experiencia de la distancia en la relación de pareja.

El creador nos ha hecho para que vivamos en comunidad, no fuimos creados para vivir solos, fuimos hecho para convivir, compartir, interactuar, aprender, relacionarnos, amar y ser amados, ayudar y ser ayudados, expresarnos y que nos escuchen, preguntar y tener alguien que nos responda, preocuparnos por alguien y tener quien lo haga por nosotros. En fin, El Eterno pensó lo mejor para nuestra existencia en esta vida.

Cuenta la Biblia que después de creado los cielos, la tierra y todo ser viviente sobre ella, entonces creó Dios al hombre, pero al verle, noto que estaba solo y de la costilla del hombre creo a su compañera, la mujer (Génesis 1 y 2). Aquí inicia la relación de pareja, y la clave en esta relación nos la deja el mismo Dios en Génesis 2:18, cuando dice… ‘’No es bueno que el hombre este solo…’’

Pueden existir diversas razones por las cuales tengamos que separarnos o distanciarnos de la compañera o del compañero, pero esas razones no están  por encima de la voluntad de Dios en la relación de la pareja. El creador no deseó eso en esta relación, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio con el sagrado propósito de que estuvieran juntos, (Mateo 19:6).  El hombre y la mujer cuando se unen en matrimonio, se unen para estar juntos, no para vivir separados o distanciados.

De todos los enemigos del matrimonio, el que más está atacando hoy día es la ocupación. Ambos conyugues tienen responsabilidades que cada día van dejando menos tiempo a la relación de pareja. Muchas parejas viven distanciadas aun viviendo en el mismo techo, pues las ocupaciones diarias son tantas que no dejan el espacio necesario para la comunicación, las interacciones interpersonales, el desarrollo conyugal y familiar. Factores como estos están matando las relaciones de parejas.

Imagínese cuánto daño le hace al matrimonio cuando por una situación ajena a la voluntad de uno de los conyugues y por las mismas ocupaciones o circunstancias de la vida, tienen que distanciarse. Por ejemplo: la enfermedad de un familiar, un trabajo o un viaje inesperado. El efecto de la distancia es una experiencia no gratificante en el matrimonio.

Esto me hace recordar cómo funciona el fuego, y es que para mantener sus llamas encendidas es necesario mantener el combustible necesario, de lo contrario puede apagarse y su calor desaparece o desvanece. Si el combustible es la madera, necesitamos mantenerla juntas. Si es algún material fósil, necesitamos que sea el adecuado, el que cumpla con las características de mantener el fuego encendido.

Ningún fuego puede arder por mucho tiempo si no hay el combustible suficiente. Así sucede en el matrimonio. Para que la pasión, el amor, los sentimientos, y todo ese combustible emocional que lo forma se mantenga, los cónyuges necesariamente deben permanecer juntos.

Esto me hace recordar que en el plan de Dios, según Génesis 2: 24, cuando el hombre y mujer se unen en matrimonio son una sola carne. En un cuerpo, sus miembros no pueden estar separados, de estarlo, dejan de pertenecer a ese cuerpo. Así también el matrimonio.

¿Cuáles son las perdidas por el distanciamiento?
  1. Como el fuego, necesitamos combustible para mantener la llama de la relación encendida. La pasión, esos pequeños y gratos momentos de ternura, esa delicada mirada, esas palabras de aliento, de amor, esos movimientos de aprecio y comprensión, ese pequeño detalle de una simple ‘’gracias’’, esa sonrisa de un yo te amo, esas palabras o besos de bienvenida al llegar a la casa después de un día de trabajo, incluso, hasta los mismo pequeños  conflictos. Esos detalles se pierden  en la distancia.
  2.  Como el fuego, necesitamos una chispa para mantener la llama del amor encendida, este por la madera que lo anima a no apagarse y en el matrimonio, el amor que los une. La distancia enfría esa chispa. Si las maderas no están juntas, el fuego se apaga. Así también sucede en la relación de pareja.
  3. Como el fuego, el combustible necesita tener ciertas características que le beneficien, si es madera, no puede estar húmeda  o verde, necesita estar seca, en las condiciones necesarias para mantener las llamas del fuego encendidas. Así también en el matrimonio. La distancia humedece la relación y las llamas del amor poco a poco se debilita y se apaga. Esos momentos en los cuales uno de los conyugues quiere compartir con el otro, esos momentos de espontaneidad, la distancia lo elimina
  4.  La distancia enfría el compañerismo, la soledad se apodera de los conyugues, pues ya no existe la misma comunicación del día a día, y poco a poco cada uno se va adaptando a la separación. Se van descuidando los afectos, las emociones, la relación, el cariño y desaparece ese primer amor.
  5. La distancia hace que los conyugues busquen sustituir la relación. Cada uno busca donde refugiarse, sea en el trabajo, en los estudios, o incluso, buscando otra pareja. y de esto quiero hablarle en otra entrega.

Reflexionemos por un momento, ¿Cómo nos estamos distanciando de nuestro cónyuge?


Cuando conocemos a esa persona especial, con la cual nos gustaría pasar el reto de nuestra vida, hacemos planes, soñamos y nuestra existencia comienza a tener un sentido. Es cuando empezamos a pensar en una dimensión fuera de nuestra individualidad.

Nuestros pensamientos y acciones son puras expresiones de nuestros sentimientos. Y en ellos solo existe la esperanza de amar y ser amado por esa persona que hemos conocido.

En nuestra mente no hay espacio disponible para pensar en estar alejado de ella o del de él. Jamás pensado como seria nuestra vida si esa persona no está. Y es que no hemos hechos planes para estar separados. Solo nos hemos preparado emocional y sentimentalmente para vivir juntos a esa ser amado.

En el proceso del cortejo y posteriormente en el tiempo de noviazgo, dejamos de lado evaluar algunos factores que podrían atacar negativamente esa relación, factores existentes, quizás, en el hombre o en la mujer. 



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