lunes, 2 de septiembre de 2013

COMO USAR EL PADRENUESTRO EN ORACIÓN

Por: Carlos Ulate


El Padrenuestro es la guía perfecta para orar todos los días. El siguiente es un ejemplo de oración. Se presenta sencillamente con el objetivo de dar una idea. No es para ser repetido como oración suya, pues cada uno debe sacar de su corazón las palabras que desea decirle a Dios. Cada frase es un filón riquísimo de ideas acerca de Dios las cuales necesitamos explotar hasta quedar llenos de Su presencia allá en la intimidad, cuando estamos en el aposento después de haber cerrado la puerta y habernos postrado como es digno de Aquel con quien vamos a entablar una conversación.


Padre nuestro...
Llamarte Padre es un grandísimo privilegio para mí. Te doy gracias por Jesús que me invitó a invocarte con esta palabra que refleja un vínculo de intimidad tan profunda. Gracias por haberme hecho hijo Tuyo en tu Hijo Jesús.


… que estás en los cielos, ...
Tu presencia en todo lugar me deja asombrado. Estás en los cielos, es decir, estás aquí, allá y más allá. Todo lo invade Tu presencia. Este conocimiento es demasiado maravilloso para mí. Significa que no se te escapa nada. Estás perfectamente al tanto de todo lo que está sucediendo en los rincones más lejanos y más cercanos de la creación. Es como dijo Salomón: “¡Los cielos de los cielos no te pueden contener!”.


… santificado sea tu nombre....
Padre, tu nombre es santo. Significa que Tú mismo estás aparte, que moras en luz inaccesible, donde Tu santidad produce una sobrecogedora reverencia que obliga a los presentes a postrarse, del mismo modo que estoy postrado yo para santificarte, esto es, para dirigirme a ti con sumo respeto y con el conocimiento suficiente de lo puro y perfecto.


… Venga tu reino....
Padre, estoy dispuesto a ceder para que el gobierno de mi vida lo tengas Tú. Es Tu reino el que ha de prevalecer en mis pensamientos, mis palabras y mis actos. Mereces reinar en mi vida porque tu me hiciste para tu gloria, y solamente por el accionar del Espíritu Santo es posible que se cumpla el ideal de Tu reino en mi vida. Definitivamente, ya no se trata de mí, se trata de Ti.


… Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra ...
Padre, al pedir que se haga tu voluntad, ayúdame a darme cuenta de lo que estoy pidiendo.No sé que me deparará Tu voluntad en este día, pero lo que sea que me depare, te pido que me ayudes a estar preparado. Lo que sea que hoy me suceda, quiero estar dispuesto a recibirlo como Tu voluntad. Es muy fácil decírtelo, pero debo aceptarlo porque Tu voluntad siempre es lo mejor para mí, aunque no sea de mi gusto en el momento.


... El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy....
Padre, me he pasado toda la vida preocupándome por el mañana. Me ha costado darme cuenta de que el mañana no me pertenece, que el mañana es Tuyo. Por esta razón voy a contentarme el día de hoy, con el pan de hoy y asimismo con el vestido, el calzado y el techo de hoy. Las cosas que voy a necesitar mañana, mejor no te las pido, porque ni siquiera sé si voy a estar vivo para disfrutarlas. Ayúdame a entender que lo que importa es el presente.


...Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores....
Al pedirte que me perdones mis pecados, estoy consciente de que esto solo será posible en la medida que yo perdone a los que han pecado contra mí. Por lo tanto te pido que me limpies mi corazón de lo que siento contra esas personas. Sé que nada puedo esconder de Ti. Te pido que me ayudes a descubrirlo y a ser totalmente sincero, aceptando delante de Ti, lo que estés viendo que debe cambiar. Hay cosas que yo mismo no me he perdonado, y por eso te pido desde lo más hondo de mi ser, que me ayudes a tomar esa decisión. ¿Quién soy yo para no perdonarme las cosas que ya Tú me perdonaste?


… Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal;...
En este día no quisiera caer en las tentaciones de siempre. Reconozco que es muy fácil para mí ceder a la tentación y comportarme de maneras que después me avergüenzan delante de Ti. En lo más íntimo de mi corazón, yo no deseo pecar, pero soy débil, por eso te pido que en todo momento me ayudes a discernir claramente lo que me está pasando, porque no quiero seguir siendo acusado por mi conciencia. También, Padre, ten en cuenta que vivo rodeado del mal, mal de todas clases, y soy vulnerable a muchos ataques del enemigo. Ayúdame a entender que hay muchas cosas que yo no controlo y que las debo dejar a Ti. ¡Tú sí puedes librarme del mal!


…. porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Padre, termino mi oración reconociendo, como al principio, que eres el Supremo Dios, el Todopoderoso, a Ti pertenecen el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Nadie puede disputarte esa posesión. Toda potestad en los cielos y en la tierra es tuya y la has cedido a Tu Hijo Jesús el Cristo, en cuyo nombre he orado. ¡Amén!


La anterior oración es un ejemplo de cómo podemos aplicar aquella exhortación de Cristo, cuando dijo: “Vosotros, pues, oraréis así…”. ¿No le parece maravilloso que Jesús nos haya indicado cómo orar? Sigamos Su indicación, pongámosla en práctica. ¡Estemos seguros de que habrá respuestas!

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