miércoles, 29 de enero de 2014

 La providencia divina


Como todos los días, salgo de mi casa, y camino el trayecto hacia la parada del bus donde cada día, entre 1 y 130, me subo en el que me lleva a San José centro. Pero este día en especial es muy importante para mí llegar temprano al trabajo, ya que hay una reunión del departamento, y debo estar puntual. Justo cuando voy llegando a la parada veo venir el bus que necesito. “Qué bien, justo a tiempo.” Al bajarme del bus, camino 100 metros a la siguiente parada donde tomo el siguiente bus que va hacia Santa Ana. Y en ese mismo instante que voy llegando, de nuevo veo ahí ya parqueado el bus que necesito. “Hoy es mi día de suerte.” Y así, gracias a Dios llego a tiempo a la reunión, y hasta con tiempo de sobra.
Mientras tanto, a miles de kilómetros de distancia, en otro país, un muchacho va de camino a la parada del bus donde cada día, igual que yo, toma el que lo llevará a su trabajo. Y justo cuando va llegando a la parada, lo ve pasar de largo. “Qué desgracia. Voy a llegar tarde.” En eso suena un estallido que hace retumbar el suelo debajo de sus pies. Asombrado vuelve a ver en dirección de donde venía tal estruendo. Cual no sería su sorpresa al ver que el bus que lo había pasado de largo, acababa de colisionar violentamente contra un tráiler que no hizo el alto. La imagen es impactante, el bus ardiendo en llamas, mientras las personas que han quedado con vida luchan desesperadamente por escapar de ese infierno.
Esta imagen ciertamente es ficticia. Sin embargo la utilizo para ejemplificar un fenómeno que todas las personas, sean creyentes o no, han experimentado en sus vidas. No son milagros o eventos sobrenaturales, ya que nada extraordinario o fuera de lo normal ocurre. No baja una mano desde el cielo a mover las cosas de su lugar. Todo a simple vista parece exactamente igual. Sin embargo, luego de que los eventos han pasado, nos damos cuenta de que algo misterioso ocurrió a nuestro favor. Pero no sabemos que fue.
Los seres humanos siempre han tratado de explicar el porqué de todo lo que pasa en nuestra vida, todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Buscan un responsable de los eventos ordinarios y extraordinarios de nuestra existencia. Por ejemplo, los griegos decían que la vida del ser humano estaba en las manos de tres mujeres, llamadas Cloto, Láquesis y Átropo, las cuales tenían entre sus manos un hilo que representa la vida de cada persona. La primera lo tejía, la siguiente lo medía, y la última lo cortaba.
Hoy en día se usan palabras como “destino”, “casualidad” o “suerte” para explicar los giros inesperados de la vida. Si una persona va por la calle, y se encuentra por el camino un billete de 50 mil colones, es suerte, y a la vez casualidad, ya que sin planearlo, pasó justo donde estaba ese billete. El destino la puso en el momento y el lugar correcto. Ese es el discurso de gran cantidad de personas.
Sin embargo, como creyentes que somos, sabemos que las casualidades no existen, ni la suerte, ni el destino. El responsable de estas cosas es Dios, y lo que mueve los eventos a nuestro favor se llama Providencia Divina.
El poeta, William Cowper, durante un ataque de melancolía, tomó la decisión de ahogarse en el Támesis. Le ordenó al cochero que lo llevara al puente Blackfriars. Extrañamente, el hombre condujo por todo Londres, pero debido a la densa neblina, no pudo encontrar el puente. Durante el recorrido, el temperamento de Cowper cambió y le dio instrucciones al conductor de que lo llevara a casa. Cuando llegó a su habitación, tomó un bolígrafo y compuso el himno que alaba la providencia de Dios, «Dios se mueve de forma misteriosa; al realizar Sus maravillas;…».


Cuando Dios interviene a nuestro favor
La providencia divina es la única explicación a los giros inesperados de la vida. Dios controla los eventos que ocurren en el Universo, de manera que Su voluntad se cumpla. No debería ser algo difícil de entender y aceptar, ya que sabiendo que nuestro Señor fue el Creador y único responsable de todas las cosas que hoy existen tal como son, con su infinito poder, su incomparable sabiduría y conocimiento, y su absoluta y definitiva soberanía, y completo dominio sobre todo lo que ocurre, aún el movimiento de las hojas, y la marea de los mares, lo más lógico sería ver en Él como el que mueve las cosas a nuestro favor. Sin embargo la verdad es que pocas personas lo ven así, aún entre muchos que se congregan y asisten a una iglesia. La providencia divina, lamentablemente es poco conocida.
Para poder comprender mejor como funciona la providencia de Dios, primero estudiemos un poco de qué manera trabaja. Primero que nada, no es una suspensión de las leyes de la naturaleza, ni una intervención directa de Dios, ya que esto entra en la categoría de milagro. Es un tema aparte.
La providencia puede decirse que es la influencia oculta de Dios sobre su creación. No podemos predecir de qué manera Dios intervendrá, pero luego cuando hemos visto lo que ha pasado, podemos darnos cuenta de que hubo intervención de Dios en el resultado final.
Muchos casos en nuestras vidas personales podemos poner de ejemplo de la intervención divina a nuestro favor. Por ejemplo, cuando por un segundo que nos atrasamos al caérsenos las llaves, eso evita que un auto nos atropelle. O cuando sin saber por qué la muchacha que pretendíamos se casó con otro, y en nuestro sufrimiento por lo que pensamos que perdimos, conocimos a otra muchacha que resulta mucho mejor esposa de lo que la otra hubiera sido. Esto por poner un par de ejemplos. Otros más podrían ser que se nos ponchó la llanta del auto, nos rechazaron la solicitud de la Universidad, no conseguimos este trabajo, etc.
Lo que muchos llaman suerte o casualidad, no es otra cosa que la providencia divina, ya que todo en este Universo está bajo el soberano control de Dios. Nada se escapa de sus manos.
La providencia se basa en dos características de Dios: Una es que Él es justo en todo lo que hace (Salmos 111.3; 145.17; Jeremías 9.24), o sea que todo lo que hace es correcto y bueno. Como es un Dios santo y puro, no hay en Él posibilidad alguna de hacer algo por motivos egoístas o malévolos. Por naturaleza todo lo que hace es bueno. Desde el principio, en la creación, quedó claro que esto era así (Génesis 1: 31).
La segunda característica de Dios que genera su providencia hacia nosotros, es su gran amor por el hombre, que lo lleva a influenciar la vida de este para bien (Salmos 37.23). Como Dios es el que gobierna, Él está al tanto incluso de nuestros pasos más pequeños. Es por medio de la providencia que Dios puede cuidar del hombre (Jueces 14.4a). Su más grande prueba de amor fue mostrada en la cruz hace más de dos mil años. Dios movió cada uno de los eventos en ese momento para que la muerte expiatoria de Cristo fuera todo un éxito, en favor de la humanidad que había vivido, y la que estaba por venir.
Pero la providencia divina tiene un propósito fundamental. Dios ordena las cosas a nuestro alrededor y ordena las circunstancias de la vida de tal manera que seamos motivados a seguir la voluntad divina (Proverbios 20.24). Al actuar de esta manera tan benévola y amorosa, Dios nos demuestra que está interesado en su creación, a tal punto que siempre le provee de lo necesario para subsistir, ordena las cosas, las sustenta, las cuida, de una forma que sólo Él sabe hacerlo. Y lo más maravilloso es que lo hace así por cada persona que vive, aún la que vive en la más obstinada rebeldía hacia Él. Porque le ama, le permite despertar cada mañana, le da aire para respirar, un suelo sobre el cual caminar, un trabajo al cual ir, una familia con la cual vivir. Todo esto es acción directa de Dios en nuestras vidas. Sólo que pocas veces reconocemos que es así.
No sabemos cómo es que funciona la providencia. Pablo mismo no sabía cómo funcionaba la providencia. “Porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo…” (Filemón 15). Sólo sabemos que sí lo hace. Y también sabemos que esta no falla. Así de grande y bueno es nuestro Dios.

Características de la providencia divina
1.       Es lo suficientemente fuerte como para resolver cualquier dificultad (Romanos 8.28; Hechos 21.14; 1ª Corintios 4.19; 16.7).
Pablo es el primer testigo de la providencia divina manifestada a su favor de tantas formas que no podría siquiera numerarlas. Por su confianza en la providencia divina fue que pudo escribir los versículos siguientes a Romanos 8: 26, hasta el versículo 39. A pesar de todos los ataques de Satanás, y aún cuando muchas veces podría parecer que este estaba ganando la batalla, Pablo vio el control soberano de Dios sobre lo que pasaba. En Filipenses 1.12, 16, 19, leemos acerca de la confianza certera que él tenía en el cuidado providencial de Dios. Tenía la plena certeza que pasara lo que pasara, los propósitos de Dios siempre iban a cumplirse. Nada en la vasta creación tiene ni tendrá suficiente poder jamás para detener la maquinaria divina.
En cierta ciudad antigua había una gran catedral que tenía un sorprendente vitral. Su fama se había esparcido en el extranjero. De muy lejos, la gente realizaba peregrinajes para contemplar el esplendor de la obra maestra de arte. Un día, una gran tormenta quebró la ventana y esta cayó sobre el piso de mármol y se hizo pedazos. Grande fue el dolor de la gente que quedó privada de su más gloriosa obra de arte. Recogieron los fragmentos, los juntaron en un cajón y los llevaron al sótano del edificio de la iglesia. Cierto día, un extraño vino con el deseo de ver la hermosa ventana. Se le informó de lo sucedido. Preguntó qué había sido de los fragmentos y le mostraron las piezas rotas de vidrio. «¿Les importaría dármelos?», preguntó. «Lléveselos; a nosotros no nos sirven», fue la respuesta. El visitante levantó la caja cuidadosamente y se la llevó. Pasaron semanas y cierto día los custodios de la catedral recibieron una invitación. Provenía de un famoso artista, conocido por su maestría en la artesanía del vidrio. Los invitaba a su estudio para que inspeccionaran un vitral. Cuando los llevó a su estudio les mostró un gran lienzo. Con un toque de sus manos, el lienzo cayó. Ahí, ante sus miradas de asombro, brillaba un vitral que sobrepasaba en belleza todo lo que habían visto antes. Mientras contemplaban su rico matiz, sus maravillosos diseños e ingeniosa habilidad, el artista dijo: «Esta ventana he hecho de los fragmentos de su ventana rota. Pueden llevársela y colocarla de nuevo en la catedral». Una vez más, un gran ventanal derramaba su hermosa luz en los oscuros pasillos de la vieja catedral. Sin embargo, el esplendor de la nueva ventana sobrepasaba la gloria de la vieja ventana. La fama del retorno de la ventana llenó la tierra.
Esta es la forma maravillosa de trabajar de nuestro Señor. Cuando parece que nada puede ser peor, cuando lamentamos como han cambiado las cosas, y preguntamos porqué son así, en ese instante, en el punto de más duda para nosotros, se manifiestan los propósitos verdaderos de Dios. Y resulta ser que el resultado obtenido es muchísimo mejor de lo que hubiera sido si esa situación difícil no hubiera ocurrido. Sé hermano que sabe muy bien de lo que hablo. Cuando tuvo por mucho tiempo soportar un trabajo cansado y sin provecho, y que incluso estuvo a punto de renunciar, para que de la nada se presentara frente suyo un puesto mucho mejor de lo que habría conseguido si hubiera renunciado. Este es uno de muchísimos ejemplos. Pablo tenía la plena confianza de que aún cuando pasara momentos muy difíciles, estos eran guiados providencialmente por Dios para un resultado muchísimo mejor de lo que hubiera sido. La gloria de lo nuevo sobrepasaría en extremo la gloria de lo viejo.
Algo sí debe quedar muy claro. No siempre esas respuestas llegan en esta vida. Muchas veces, por no decir todas, no lograremos encontrar explicación a la muerte prematura de un ser amado. Estas respuestas nos esperan al otro lado de esta vida. Y lo que nos debe motivar a seguir luchando y seguir confiando en Dios, es saber que aún ese evento tan desastroso ocurrió porque Dios tenía un propósito para ello. Sólo debemos confiar.

2.       La providencia actúa incluso sobre los eventos ordinarios de la existencia sobre la tierra.
Pablo tenía la plena confianza de que Dios guiaba las circunstancias diarias «… porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (2.13; cf. Filipenses 2.27; Hechos 14.7; 1ª Tesalonicenses 3.11).
Nuestra confianza en la providencia está en el conocimiento que tenemos de Dios. Si estamos convencidos de que Dios está a cargo de todo, y además sabemos que todo lo que hace es para nuestro bien. Si estamos seguros de que todo lo que Él hace es bueno, y de que todo lo que ocurre es por un propósito que está en la mente de Dios, no buscaremos otro responsable para los eventos de nuestra vida más que al Señor. Ni la casualidad, ni la suerte han de estar ni en nuestro pensamiento ni en nuestro vocabulario, ya que sabemos que todo está bajo el mando soberano de nuestro Dios.
Cierto agricultor, fatigado y sudoroso por el arado, tomó su descanso debajo de un nogal. Miró sus parras de calabazas y se dijo a sí mismo: «¡Qué extraño que Dios ponga calabazas tan grandes y pesadas en una parra tan frágil con tan poca fuerza que tiene que arrastrarse por el suelo!». Luego mirando hacia las ramas del árbol, agregó: «¡Qué extraño que Dios ponga nogales tan pequeños en árboles tan grandes con ramas tan fuertes que pueden sostener a un hombre!». Justo en ese momento, una corriente de aire arrancó un nogal del árbol. El cansado agricultor dejó de cuestionarse y se frotó la cabeza arrepentido y dijo: «¡Qué bueno que no era una calabaza la que estaba arriba!».
Existe la tendencia de decir que las cosas ocurren simplemente porque sí. Pero esa no es la respuesta correcta. Todo tiene un debido propósito por el cual es como es, y que las cosas ocurran como ocurran. Dios todo lo hace bueno y con un debido orden y propósito. Nuestra confianza en la providencia divina debe provocarnos paz y no temor. Confiar en maravilloso Dios que nos ama, y que todo lo controla. Aún el granito de arena que cae al agua de un río, está siendo vigilado por Dios en su caída. ¿No es esto algo que nos provoque tranquilidad? “Si Dios es por nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?” (Romanos 8: 31)

3.       La providencia ofrece oportunidades al hombre errado para que obedezca a Dios y le siga.
Pablo sabía que la providencia había sido la que dirigió su vida e instrucción religiosa durante sus años mozos. Esta formación temprana lo había preparado para su papel apostólico. Haciendo memoria de su vida, Pablo podía decir con toda confianza que “por medio de Dios” él era un apóstol (Colosenses 1.1; 1ª Corintios 1.1; 2ª Corintios 1.1; Efesios 1.1; etc.).
Los que han recibido la oportunidad de escuchar y obedecer el evangelio no serán excusados del castigo eterno, debido a que la providencia se aseguró de que «[Dios] no se dejó a sí mismo sin testimonio» (Hechos 14.17; 2ª Tesalonicenses 1.7–9). ¡Feliz es el buen corazón que aprovecha las oportunidades providenciales para obedecer al evangelio de Dios! A través del día, Dios ofrece al inconverso muchas oportunidades para que se arrepienta y confiese a Jesús como Señor y Salvador. Sin embargo se mantiene ciego al llamado, viendo solo lo que quiere ver. “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1: 20)
En toda situación, Dios puede crear eventos que afecten a las almas perdidas. La providencia de
Dios «abrirá puertas» para que las almas perdidas sean salvas. Puede que el perdido esté al lado en la cama de hospital y jamás habría sido presentado a la iglesia del Señor de no haberse enfermado usted. Que Dios nos use dentro de Sus propósitos providenciales para hacerle ver a todas las personas que tiene una oportunidad de salvación para cada uno.  La actividad providencial de Dios puede abrir puertas al perdido para presentarle a este la iglesia, al ponerlo a usted en contacto con el compañero más próximo en una clase de inglés, con el vecino que acaba de moverse a su comunidad, o con el mejor amigo de su hijo adolescente. Cualquiera que sea la situación, la providencia de Dios puede «abrir puertas», y tenemos que estar listos para entrar por ellas (Apocalipsis 3.8). Dios cumple sus propósitos a través de nosotros, pero no a nuestra manera, sino como Él quiera que se haga. El ejemplo claro es Pablo, quien se había propuesto ir a Roma, sólo que no se esperaba de qué manera llegaría (Romanos 15.29, 32)
La misma providencia actúa sobre buenos y malos. Es cuestión de cada quien reconocer a Dios detrás de esas bendiciones, o simplemente rechazarlo. La misma providencia fue demostrada a todos los israelitas cuando anduvieron por el desierto. Algunos fueron endurecidos mientras que otros fueron ablandados (Hebreos 3.7, 8; Números 14.30). La lista es interminable, es decir, todos son confrontados con la misma providencia. Sin embargo, algunos la reciben con anhelo y otros la rechazan obstinadamente (Mateo 5.45; Hechos 14.17).

La mano invisible de Dios
Que no comprendamos la providencia divina no quiere decir que no exista. Los caminos de Dios son misteriosos e incomprensibles (Jeremías 12.1, 2; Job 21.7). Es como un autor desconocido hizo notar: «Los caminos de la providencia son muy misteriosos; las cosas suceden de la manera más inexplicable; sin embargo, no es necesario que nos dejemos desconcertar por ello». Además nos dice Isaías: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos…» (Isaías 55.8, 9).
Cierto agricultor piadoso tenía a su esposa sufriendo de un gran dolor, sin embargo, no podía adquirir el medicamento para aliviarla. Su único recurso lo constituía un campo que estaba por ser cosechado. Fue al campo y comenzó a arar y hacer preparativos para la cosecha. Se había quitado sus zapatos para colocarlos a la orilla del campo cuando dos traviesos niños deambulaban por el lugar. «Llenémoslos de piedras», dijo uno. El otro contestó: «No, pongamos un dólar y veamos qué hace cuando lo encuentre». Pusieron el dinero adentro y se ocultaron. El agricultor vino para ponerse los zapatos y vio el dólar. Buscó quién lo había colocado allí y no vio a nadie. Cayó sobre sus rodillas diciendo: «Señor, no sé cómo lo hizo, pero gracias por este dólar con el que iré a comprarle medicina a mi esposa». ¡Esto muestra que Dios usa lo simple para llevar a cabo grandes cosas!
El salmo 23 muestra un cuadro de lo que es la providencia divina. David vivió momentos difíciles antes de ser rey de Israel. Sin embargo, a pesar de todas circunstancias que parecían en contra suya, mantuvo su confianza en Dios. Al igual que David, debemos aprender a confiar en que la providencia nos lleve a través de los peligros de la vida (Salmos 111.3; 145.17; Jeremías 9.24).
Ana fue objeto de la providencia de Dios. Luchó con la duda y el desconsuelo, sin embargo, estuvo decidida a confiar en el poder de Dios. Por medio de esa confianza, vio la mano providencial de Dios (1º Samuel 2.6–9). Todo se revela a su tiempo. Recordemos que el plan de salvación a través de la sangre de Cristo, ya estaba en la mente de Dios antes de la creación. Para Dios un día son mil años. Vivamos pensando en esto y sabiendo que, aunque parezca que Dios nada hace, está obrando de manera invisible, pero eficaz.

Algo más para aprender
Antes de concluir, veamos algunos detalles importantes a tomar en cuenta acerca de la providencia.
Hay personas que tienen la tendencia a echarle la culpa a la «voluntad de Dios» o a los «obstáculos providenciales» por la desobediencia de ellos a la voluntad de Dios. Esto los lleva a conclusiones absurdas. Conversé una vez con una joven señora acerca de la relación inmoral en la que se encontraba y de la inconsecuencia de sus actos a la luz de la Biblia, e hizo este ridículo comentario: «Sé lo que dice la Biblia, pero al ver cómo todo sencillamente “calza en su lugar”, me convenzo de que la voluntad de Dios es que yo continúe así». No lograba darse cuenta de que la providencia de Dios se mueve para abrir los ojos a la obediencia divina, ¡no para excusar la desobediencia!
Además, algunos creen que las enfermedades o la muerte triunfan sobre Dios y son victoriosas. Sin embargo, la providencia de Dios nos permite elevarnos por encima de las tragedias del mundo y conquistar todos los peligros (1ª Corintios 10.13; Apocalipsis 17.14).
La providencia es un refugio a la persona perpleja. Extiende la esperanza al desesperado por medio de una confianza certera. La providencia no se oculta; ¡se deja ver claramente! Si observamos sin fe nuestra vida, nada parecerá tener sentido ni estar ordenado. Sin embargo, si observamos desde la perspectiva correcta, veremos que todos los eventos caen en su lugar de forma exacta, ¡y aparecerá ante nosotros una hermosa narración que describe el cuidado y la consideración del Dios Todopoderoso!

Cuando Pablo y Bernabé dieron el reporte de lo acontecido en su primer viaje misionero, «… refirieron cuán grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hechos 14.27; cf. 2ª Corintios 9.8–10; Colosenses 4.3, 4). Conocer el alcance de la providencia, nos ayuda a crecer en nuestra fe hacia Dios. Dejemos que la mano providencial de Dios actúe en nuestro favor. No debemos hacer nada más que confiar en Él, y dejar que se haga cargo de todo eso que no entendemos y no controlamos. Él es Dios. Sabe perfectamente lo que hace.

Vol.32/Enero2014

sábado, 18 de enero de 2014


Creo, ayuda mi incredulidad

Un gran equilibrista se disponía a hacer una de sus más grandes proezas. Estaba justo frente a las majestuosas cataratas del Niágara, y una gran multitud estaba atónita observando. Entonces el artista gritó a la audiencia: “¿Creen que puedo atravesar estas cataratas caminando sobre este cable tensado?” ¡Si! Respondió la multitud eufórica. Y así lo hizo sin ningún inconveniente. Luego volvió a preguntar a la gente: “¿Creen que puedo cruzar de nuevo?” ¡Si! Contestaron emocionados. Y lo volvió a hacer sin ninguna diferencia. Otra vez preguntó el equilibrista: ¿Creen que puedo cruzar, pero esta vez llevando una persona dentro de un carretillo?” ¡Si! Volvió a contestar la multitud. “¿Bueno, entonces quién será el voluntario que irá dentro del carretillo?” Se hizo un completo silencio, tal que solo se escuchaba el agua de las cataratas caer al vacío.
¿Cuántas veces nos encontramos con un gran precipicio al frente nuestro, y creemos que es demasiado profundo y grande como para superarlo? Pongámosle el nombre que queramos. Pérdida de un ser querido, perdida del hogar, hijos descarriados, padres incomprensivos, pareja deficiente, falta de empleo, problemas familiares, problemas con personas del colegio, el trabajo o la universidad, deudas con el banco, deudas con otra persona, etc., etc.  
Creemos que si es posible superar esas dificultades. Pero a la hora de la hora, cuando las tenemos de frente, no estamos tan convencidos de ello. ¿Cómo podemos convencernos de que Dios nos capacitará para superar esa prueba? ¿Cómo podemos estar seguros de que saldremos adelante en esos momentos que sentimos que nuestra fe no da más, que las fuerzas se nos han acabado? La respuesta nos la da el mismo Jesús.

Pasaje base: Marcos 9: 14-29

1.       La escena
-Contexto inmediato: Leyendo unos versículos antes, podemos ver que Jesús, junto con Pedro, Jacobo y Juan habían subido a un monte, donde Jesús se transfiguró frente a sus ojos. Sin duda que esta había sido una experiencia indescriptible para Jesús y sus compañeros.

-Sin embargo al bajar del monte, se encontró con una situación muy trágica.
1.       Había un muchacho sufriendo de los poderes del mal, convulsionando y escupiendo espuma, tirado en el suelo.
2.       Había un afligido y angustiado padre.
3.       Estaban los apóstoles de Jesús  avergonzados y sin saber que hacer.
4.       Estaban los maestros de la ley y los escribas judíos, cuestionando la capacidad para sanar de los apóstoles, y además burlándose de su incapacidad.
5.       Estaba la gente tan absorta en la discusión entre discípulos y fariseos que no habían visto descender a Jesús.
6.       Y por último, estaba el demonio dentro del muchacho, que era el único en la escena que seguía convencido del poder de Jesús.

La molestia de Jesús era natural e inevitable. Muchas veces se había topado con gente incrédula y crítica que no les importaba creer, sólo ver que ganaban o que espectáculo sucedía. Sin embargo su mayor decepción fue ver cómo sus mismos discípulos estaban envueltos en ese ambiente de incredulidad.

2.       El padre
-De entre todo este espectáculo salió un hombre a postrarse a sus pies. Era el padre del muchacho endemoniado. Al ver Jesús su rostro, pudo notar que era un hombre afligido, que había pasado mucho tiempo sufriendo al ver a su hijo en esos ataques demoniacos. Había venido en busca de ayuda, pero en el camino se encontró con una serie de obstáculos que debilitaron su fe, y lo hicieron dudar. Si los analizamos, veremos que son exactamente los mismos obstáculos con los que nos enfrentamos diariamente:
a.       Los demonios que atacan nuestra vida. Ese muchacho no merecía sufrir ese tormento, y sin embargo le estaba pasando. Siempre nos pasa lo mismo. Hacemos todo nuestro esfuerzo por ser cristianos fieles, por no caer en pecado, por hacer buenas obras, por ser puntuales y cumplidores. Y sin embargo nos llegan las pruebas más duras y más difíciles. Entonces es cuando decimos: “¿Por qué a mi? ¿Qué hice para merecer esto?” Y nuestra fe se viene abajo, ya que parece que a Dios no le importa nuestra vida ni nada de lo que hagamos. Además estos demonios nos conocen bien, y atacan nuestros puntos más débiles, se aprovechan de nuestras debilidades, y nos hacen caer. Entonces sentimos culpa, y nos sentimos tan indignos que decidimos mejor alejarnos de Dios y la iglesia.
b.      La ausencia de Jesús. Como dijimos antes, Jesús estaba con tres de sus discípulos en el monte donde de la transfiguración. Esto fue aprovechado por Satanás para sembrar duda en el corazón de este pobre hombre. De igual forma cuando estamos fuera de la presencia de Dios es cuando el enemigo se aprovecha de nuestra fragilidad. Como estamos sin luz, caemos fácil presa de sus trampas. Nos hace sentir mal, desanimarnos, deprimirnos, y nos hace creer que estar tristes y en una constante amargura es la única solución. Sentimos un vacío que sólo Dios puede llenar. Sin embargo el enemigo nos hace creer lo contrario, que podemos llenar ese vacío con falsos dioses. Y así nos hace sentir miserables por el resto de nuestras vidas.
c.       Los fariseos y saduceos burlándose de Dios. Son esa clase de personas que no valoran el mensaje de Dios, que no creen en la necesidad de salvación. Son personas que viven en pecado, y siembran duda en los corazones de los creyentes con teorías absurdas de la evolución, del humanismo, del libre albedrío. Son esas personas que ponen en mal el nombre de Dios, quienes dicen “de que sirve ser cristiano, si son los que viven peor.” Son quienes no creen en Dios, y se burlan de quienes pretenden vivir una vida consagrada a Él.
d.      La multitud que solo observa. De este tipo de personas son la mayoría con que nos topamos, son las que nada más miran, murmuran entre sí, se compadecen de nosotros, pero no hacen nada más. Son como los mirones que se quedan viendo los accidentes y desastres. No ayudan en nada, solo hacen crecer nuestra pena.
e.      La inutilidad de los discípulos. Los supuestos cristianos que hacen cosas que demuestran lo contrario. Muchos se desilusionan por las deficiencias de los cristianos y dejan que esto influya en su fe en Dios. Si bien es cierto que no debemos poner la mirada en los hombres, los cristianos son reflejo de Cristo, y si lo que la gente ve en nosotros no es bueno, a quien desestimarán será a Jesús mismo. Y esto hará muchísimo más difícil que tengan una fe real. No es que seamos perfectos, pero si que llevemos una vida consciente que no vivimos para nosotros sino para Dios.

-Resultado: El padre venía hacia Jesús con una firme fe de que Él podría ayudarle en su necesidad. Pero luego de encontrarse en el camino con todos estos obstáculos, su fe se derrumbó. Antes creía que Jesús era la solución, ahora no estaba convencido de que fuera así. Todos esos obstáculos, y todo ese ambiente de duda provocó que este hombre si acaso alcanzara a decir: “si puedes hacer algo…”
¿Quién de nosotros no se ha sentido igual que ese pobre hombre? Venimos con todas las ganas, llenos de emoción, a los pies de Jesús, para rendir nuestras vidas ante Él. Nos bautizamos, y comenzamos a andar en sus caminos, muy emocionados, creyendo que todo irá bien con Jesús. Sin embargo, empiezan a ocurrir cosas que no nos esperábamos. Cosas terribles, dolores intensos, sufrimientos, la vida se nos vuelve una tortura. Nos levantamos y creemos que todo será mejor, para darnos cuenta de que es peor más bien. Y es en ese momento cuando creemos que no hay solución, porque ya no sabemos qué más hacer. Nos frustramos, nos deprimimos, nos llenamos de amargura, de rencor, de resentimiento, de duda. Y entonces escuchamos nuevamente la voz de Jesús hablándonos, pero nuestra fe se ha hecho tan pequeña, que ya no creemos posible salir de ese oscuro hueco en el que estamos metidos.

La necesidad inmediata: Recuperar la fe
En este punto de la historia, ¿Cuál era la principal necesidad que vio Jesús en ese pobre hombre? Ya no era que su hijo poseído fuera otra vez sano. Ahora, lo que este hombre necesitaba a los ojos de Jesús era RECUPERAR SU FE.
¿Cómo hizo Jesús que este hombre recuperara su fe? ¿Qué debemos hacer nosotros para recuperar nuestra fe? Jesús nos da dos requisitos indispensables:
a.       Con esta frase: “Al que cree todo le es posible”, Jesús dejó muy claro algo. El principal requisito para que Dios actúe en nuestras vidas es que tengamos fe. Porque “…sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” (Hebreos 11: 6) Pero si venimos ante Él con duda, no perdamos el tiempo porque así no responderá. Una mujer tenía que ir hasta el otro lado de un cerro para llegar al pozo de donde sacaba el agua. Después de leer este pasaje, oró diciendo: “Dios, yo creo, así que por favor, ¡quita ese cerro!”. Cuando levantó la mirada, y vio el cerro ahí todavía, exclamó diciendo: “¡Tal como lo esperaba! ¡Aún está allí!”.
Con esa frase que Jesús le dijo a este hombre: “La sanidad de su muchacho depende de usted, no de mí. Yo puedo hacerlo, ¿Cree usted que yo puedo?” ¿Cree usted hermano que Dios puede? ¿Está convencido de ello, o todavía tiene dudas? Sepa hermano que usted y yo caminamos por la misma cuerda floja sobre ese precipicio, y tenemos exactamente las mismas posibilidades de caer. La diferencia está en si creemos que Dios nos hará pasar sanos y salvos al otro lado, o si dudamos de ello. ¿En qué momento fue que comenzó a hundirse Pedro cuando caminaba sobre el agua? Cuando su fe comenzó a flaquear. Si hubiera seguido confiando en el poder de Jesús, tengamos por seguro que habría llegado hasta sus pies.
Usando la comparación con la semilla de mostaza, Jesús nos enseñó que no importa que tan grande o pequeña sea nuestra fe, porque así del tamaño que sea, puede llegar a ser enorme. Lo importante no es el tamaño de nuestra fe, sino el objeto de ella. ¿Tenemos fe en Jesús, o tenemos fe en el predicador, o en nuestros padres, o nuestros hijos, nuestra pareja, o en nosotros mismos? La única fe verdadera es la que está puesta en Jesús.
b.      El segundo requisito es HUMILLARSE. Es reconocer que por nosotros mismos no podemos hacer nada. Reconocer que no tenemos ni las fuerzas, ni el conocimiento, ni la paciencia, ni el poder de superar esas pruebas. Es reconocer que nada de lo que nosotros pensemos que puede ser la solución realmente lo es. Es reconocer que nadie más puede ayudarnos a superar esos terribles momentos, sino solo Dios. Es como dice Lamentaciones 3, sentarse y callarse, poner la boca en el polvo, y dejar que Dios se haga cargo de todo eso que nosotros no podemos hacer.
“Creo, ayuda mi incredulidad. “ El padre reconoció que su fe era muy pequeña. Reconoció que sabía que Jesús podía hacer algo, pero también reconoció que no estaba del todo convencido. Sabía que Jesús tenía poder para realizar su milagro, pero su confianza en Él no era completa. Todavía tenía duda en su corazón, y necesitaba que Jesús mismo le ayudara a creer. Y cuando hubo reconocido esto, su pequeña medida de fe fue suficiente para que Jesús hiciera su milagro. Ahora sí estaba listo para que Dios actuara.

El poder de Jesús
-Antes de salir, el demonio hizo un último ataque, como el ataque de un animal indefenso cuando está acorralado. El enemigo nunca nos va a dejar así de fácil. Siempre hará un último intento por evitar que nos escapemos de sus garras. Por eso cuando más esfuerzo hacemos por acercarnos a Dios, más difícil se nos hace. Aparecen uno y otro obstáculo. Pero cuando pase eso, tengamos claro que es el ataque cobarde de un adversario que sabe que ha sido vencido.
-Finalmente, el demonio salió. El muchacho recuperó su juicio, y regreso sano a su padre, quien con los ojos llenos de lágrimas, y sus brazos abiertos, recibió de nuevo su felicidad y su paz. La prueba había pasado, la calma había llegado, el sol había salido de nuevo.

Lección extra: el fallo de los discípulos
-Cuando hubo todo pasado, los discípulos le preguntaron a Jesús porqué no habían podido sacar ellos el demonio. “Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.” (Marcos 9: 29). Jesús no les estaba diciendo que antes de hacer el exorcismo debían haber hecho ayuno, ya que eso hubiera requerido al menos un día, y la necesidad era en el momento. Tampoco era que debían haber hecho una oración especial para sacarlo. Lo que Jesús quería decirles era que de alguna forma ellos habían descuidado su vida espiritual, por lo que en ese momento de prueba no estaban en condiciones de usar el poder que Él les había dado. Muy posiblemente, como su fe no estaba firme, puede que incluso se llenaran de orgullo al recibir a este hombre en busca de ayuda. Y recordemos que el requisito para que Dios actúe es HUMILDAD Y FE. Como esto era lo que menos tenían en ese momento, el fallo era inevitable.


Conclusión
-“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” (1 Pedro 5: 8-9)
Muchos personajes bíblicos, por no decir todos, tuvieron dificultad en su andar con Dios. Elías se desanimó (1 Reyes 19: 10). Jeremías sintió que su labor no tenía fruto (Jeremías 9: 1; 13: 17). Pedro era muy impulsivo, y hablaba sin pensar (Lucas 9: 33). De igual forma todos los hermanos que están a su alrededor también viven momentos de dura prueba, e incluso de duda. No se sienta solo, ni piense que nadie lo puede entender. Acérquese a sus hermanos cristianos, son la mejor compañía en esos momentos.
Volviendo a la historia que conté al principio sobre el malabarista, luego de que la multitud se quedara en completo silencio, de entre ellos salió un niño que fue donde el artista, se subió al carretillo y cruzaron juntos de un lado al otro del precipicio. Este niño era hijo del malabarista. ¿Tiene tal fe usted en su padre, que aún cuando atraviese un precipicio, Él evitará que caiga? ¿Cómo está tu fe?

Niveles de fe
Un escritor hizo una lista de los niveles de fe por los que pasa el ser humano en su relación con Dios.
a.       Fe por experiencia: la fe de los niños, la que proviene de los padres y demás personas que influyen de ellos.
b.      Fe por afiliación: la fe de niños mayores y de muchos adultos, que proviene de afiliarse con quienes tienen fe.
c.       Fe del que busca: del que hace preguntas, del que quiere saber en lo que cree.
d.      Fe propia: fe personal, del que ha cultivado con fe, del que está convencido por sí mismo.
Según dice este hombre, la gran mayoría de las personas no pasa del nivel 2. Ahí se estancan porque creen que no necesitan creer nada más. Y esto se debe a que no quieren humillarse y reconocer que todavía no saben suficiente.

-Para que no nos pase eso mismo en los momentos de prueba, Dios ha puesto en nuestras manos muchas fuentes para constantemente estar alimentando nuestra fe. Y también son recursos que nos darán las fuerzas para seguir luchando hasta obtener la victoria:
a.       Conocimiento. Si no sabemos qué es lo que creemos, es mucho más fácil que nos invada la duda. Para evitar esto, estudiemos la Biblia, leámosla siempre que podamos, escuchemos predicas, clases, estudios. Todo esto nos hará estar más convencidos de que las promesas de Dios, todas ellas, son para nosotros. La Biblia es la fuente de toda verdad, aprovechémosla. 
b.      Acción. No basta con conocimiento. Debe hacerse algo con ese conocimiento. Debemos servir. Aunque nuestra fe sea limitada, aunque no sepamos mucho, debemos hacer algo con lo que ya sabemos. Es por el ejercicio que los músculos crecen. Levántese de esa banca dura, y comience a hacer algo por poner en práctica todo lo que ha aprendido. Comience por ejemplo haciendo algo para que esa banca ya no sea tan dura.c.       Evitar y confiar. Es nuestra tarea diaria evitar lo que destruye la fe, malas compañías, fuentes de duda del mundo, todo lo que incentive carnalidad. No descuidemos aún las cosas que parecen inofensivas. Pero no basta con limpiar el terreno, hay que cultivarlo, busque lo que le hace crecer, como congregarse, estar con gente que aliente nuestra fe, llenarnos de pensamientos buenos y positivos. Acercarnos a Dios, tener una relación intima con Él mediante la constante oración. Y permitirnos escuchar su voz.
c.       Evitar y confiar. Es nuestra tarea diaria evitar lo que destruye la fe, malas compañías, fuentes de duda del mundo, todo lo que incentive carnalidad. No descuidemos aún las cosas que parecen inofensivas. Pero no basta con limpiar el terreno, hay que cultivarlo, busque lo que le hace crecer, como congregarse, estar con gente que aliente nuestra fe, llenarnos de pensamientos buenos y positivos. Acercarnos a Dios, tener una relación intima con Él mediante la constante oración. Y permitirnos escuchar su voz.

Kenneth Matarrita A. 

lunes, 2 de septiembre de 2013

CUANDO BUSCO MÁS DE DIOS "MÁS PROBLEMAS VIENEN"

Compartido por: Álvaro Loría


Durante mi más de dos décadas y media de haberle entregado mi vida a Dios y vivir para Él he escuchado repetidamente esta frase: “Cuando busco más de Dios, más problemas vienen a mi vida” y terminan la frase con una pregunta: “¿Por qué?”.
Realmente no sé en qué momento de la historia relacionamos la cantidad de problemas que nos vienen con el hecho de estar más cerca de Dios, es decir: Cómo fue que comenzamos a pensar que si me acerco más a Dios más problemas me vendrán.
Y es que esto es una constante en muchas personas que al verse en situaciones difíciles relacionan que sus problemas vienen por el hecho de “quererse meter más con Dios”, “buscar más de Dios”, “estar más consagrado a Dios”, etc.
Hoy quiero desvirtuar esta mentira que en mi opinión viene de un pensamiento lanzado por el enemigo, porque, ¿En qué cabeza fría puede caber la idea que estando cerca de Dios más problemas nos vendrán?, en pocas palabras y viéndolo de otro modo: “No te metas mucho con Dios porque te ira mal”, ¿Es eso lo que creemos?, y no me digas que no, porque todo el que dice: “Entre más me meto con Dios, más problemas me vienen”, lo que estás transmitiendo es que estar cerca de Dios no es bueno.
Comencemos por analizar el porqué de esa frase, por qué decimos o pensamos que entre más nos acercamos a Dios más problemas nos vienen:
Yo opino que ese pensamiento además de provenir de una artimaña del enemigo para hacernos pensar que no debemos acercarnos mucho a Dios, también es el resultadode NUESTRAS EXPECTATIVAS.
Es decir: Cuando nos acercamos a Dios pensamos que nada nos puede pasar, que no vendrán problemas, que todo se solucionará rápidamente, pero la realidad es que NO siempre pasa eso, y es que el hecho de acércanos a Dios no nos da la total seguridad que las cosas que estamos viviendo se solucionaran o que por alguna razón desaparecerán en un instante. Entonces el hecho de creer que TODO se solucionará nos hace estar a la expectativa de las cosas y más sensibles a detectar problemas y esto es porque tenemos grandes expectativas, esperamos que pasen muchas cosas, pero ¿Qué tal si no pasa nada?, ¿Qué tal si todo sigue igual o peor?, ¿Acaso es culpa de Dios?, la mayoría de problemas que enfrentamos son consecuencias de nuestras malas decisiones, son consecuencias de nuestros errores y lastimosamente nosotros terminamos echándole la culpa a Dios por lo que nos pasa, cómo que si Él nos obligo a tomar ciertas decisiones equivocadas que tomamos.
¿Qué le pasa a un persona que no está y no quiere estar cerca de Dios?, simplemente no espera mucho en su vida, es decir no espera que pasen grandes cosas, ¿Está enfrentando problemas?, definitivamente y problemas muy grandes, pero como no espera que grandes cosas pasen en su vida, simplemente se acostumbra a esos problemas sin echarle la culpa a nadie. En cambio un cristiano que busca a Dios quiere que todo se le resuelva, entonces al no recibir rápidamente las respuestas que busca opta por creer que ahora que se ha acercado a Dios, “más problemas le vienen”, y no es que le vengan más, sino que él está más sensible a los problemas y expectante a que desaparezcan.
Amados hermanos y hermanas, debemos estar consientes que diariamente enfrentaremos toda clase de problemas que pondrán a prueba nuestra fe, el hecho que seas cristiano o te acerque más a Dios no significa que los problemas van a desaparecer, lo que significa es que ahora tienes a Dios de tu lado, quien esta dispuesto a fortalecerte en medio de toda tormenta que te toque enfrentar.
Hay momentos en donde Dios no va a solucionar los problemas que tu quieres que solucione, sino que Él te va a fortalecer y proveer lo necesario para que salgas adelante en esa batalla, no esperes que las cosas desaparezca de la noche a la mañana, hay cosas que simplemente tienes que enfrentar, cosas que son consecuencias que tienes que sobrellevar, pero lo lindo de todo es que Dios está y estará de tu lado.
No pienses que entre más te acercas a Dios más problemas te vienen porque esa es una mentira del enemigo, porque entre más te acercas a Dios, más fortalecido y fuerte deberías estar para enfrentar todo lo que haya que enfrentar, porque Dios te ha hecho un victorioso, por lo tanto con su ayuda puedes vencer.
Jesús dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan15:5 (Reina-Valera 1960). En pocas palabras Dios quiere que estemos cerca de Él.
El apóstol Pablo reconoció que solo estando con el Señor podemos vencer: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4:13 (Reina-Valera 1960). Ojo en este versículo a la frase: “en Cristo”, es decir: “estando en Él o cerca de Él”.
Hoy te invito a que busques más de Dios, problemas siempre habrán mientras estemos en esta tierra y con este cuerpo corruptible, pero estando cerca de Dios los problemas son solucionables, Dios ha de estar contigo en cada momento como lo prometió y no te dejará, por lo tanto estar cerca de Dios es una garantía de victoria final.
No te dejes engañar por las mentiras del enemigo quien te quiere hacer pensar que es mejor estar lejos de Dios en lugar de cerca, porque estando lejos de Dios estarás más propenso a caer en las garras del devorador, la Biblia dice: “¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.” 1 Pedro 5:8 (Nueva Traducción Viviente).
Es hora de acercarnos a Dios, de buscarlo con todo nuestro corazón, de no permitir que las circunstancias de la vida nos hagan pensar cosas equivocadas, al contrario, nuestra fe tienen que mantenerse firme a pesar de cualquier situación, porque Dios prometió hacer cosas maravillosas entre nosotros.
¡Estar cerca de Dios es lo mejor!
“Un solo día en tus atrios,
¡es mejor que mil en cualquier otro lugar!
Prefiero ser un portero en la casa de mi Dios
que vivir la buena vida en la casa de los perversos.
Pues el Señor Dios es nuestro sol y nuestro escudo;
él nos da gracia y gloria.
El Señor no negará ningún bien
a quienes hacen lo que es correcto.
Oh Señor de los Ejércitos Celestiales,
qué alegría tienen los que confían en ti.”
Salmos 84:10-12 (Nueva Traducción Viviente)

Meditación escrita por: Enrique Monterroza

COMO USAR EL PADRENUESTRO EN ORACIÓN

Por: Carlos Ulate


El Padrenuestro es la guía perfecta para orar todos los días. El siguiente es un ejemplo de oración. Se presenta sencillamente con el objetivo de dar una idea. No es para ser repetido como oración suya, pues cada uno debe sacar de su corazón las palabras que desea decirle a Dios. Cada frase es un filón riquísimo de ideas acerca de Dios las cuales necesitamos explotar hasta quedar llenos de Su presencia allá en la intimidad, cuando estamos en el aposento después de haber cerrado la puerta y habernos postrado como es digno de Aquel con quien vamos a entablar una conversación.


Padre nuestro...
Llamarte Padre es un grandísimo privilegio para mí. Te doy gracias por Jesús que me invitó a invocarte con esta palabra que refleja un vínculo de intimidad tan profunda. Gracias por haberme hecho hijo Tuyo en tu Hijo Jesús.


… que estás en los cielos, ...
Tu presencia en todo lugar me deja asombrado. Estás en los cielos, es decir, estás aquí, allá y más allá. Todo lo invade Tu presencia. Este conocimiento es demasiado maravilloso para mí. Significa que no se te escapa nada. Estás perfectamente al tanto de todo lo que está sucediendo en los rincones más lejanos y más cercanos de la creación. Es como dijo Salomón: “¡Los cielos de los cielos no te pueden contener!”.


… santificado sea tu nombre....
Padre, tu nombre es santo. Significa que Tú mismo estás aparte, que moras en luz inaccesible, donde Tu santidad produce una sobrecogedora reverencia que obliga a los presentes a postrarse, del mismo modo que estoy postrado yo para santificarte, esto es, para dirigirme a ti con sumo respeto y con el conocimiento suficiente de lo puro y perfecto.


… Venga tu reino....
Padre, estoy dispuesto a ceder para que el gobierno de mi vida lo tengas Tú. Es Tu reino el que ha de prevalecer en mis pensamientos, mis palabras y mis actos. Mereces reinar en mi vida porque tu me hiciste para tu gloria, y solamente por el accionar del Espíritu Santo es posible que se cumpla el ideal de Tu reino en mi vida. Definitivamente, ya no se trata de mí, se trata de Ti.


… Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra ...
Padre, al pedir que se haga tu voluntad, ayúdame a darme cuenta de lo que estoy pidiendo.No sé que me deparará Tu voluntad en este día, pero lo que sea que me depare, te pido que me ayudes a estar preparado. Lo que sea que hoy me suceda, quiero estar dispuesto a recibirlo como Tu voluntad. Es muy fácil decírtelo, pero debo aceptarlo porque Tu voluntad siempre es lo mejor para mí, aunque no sea de mi gusto en el momento.


... El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy....
Padre, me he pasado toda la vida preocupándome por el mañana. Me ha costado darme cuenta de que el mañana no me pertenece, que el mañana es Tuyo. Por esta razón voy a contentarme el día de hoy, con el pan de hoy y asimismo con el vestido, el calzado y el techo de hoy. Las cosas que voy a necesitar mañana, mejor no te las pido, porque ni siquiera sé si voy a estar vivo para disfrutarlas. Ayúdame a entender que lo que importa es el presente.


...Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores....
Al pedirte que me perdones mis pecados, estoy consciente de que esto solo será posible en la medida que yo perdone a los que han pecado contra mí. Por lo tanto te pido que me limpies mi corazón de lo que siento contra esas personas. Sé que nada puedo esconder de Ti. Te pido que me ayudes a descubrirlo y a ser totalmente sincero, aceptando delante de Ti, lo que estés viendo que debe cambiar. Hay cosas que yo mismo no me he perdonado, y por eso te pido desde lo más hondo de mi ser, que me ayudes a tomar esa decisión. ¿Quién soy yo para no perdonarme las cosas que ya Tú me perdonaste?


… Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal;...
En este día no quisiera caer en las tentaciones de siempre. Reconozco que es muy fácil para mí ceder a la tentación y comportarme de maneras que después me avergüenzan delante de Ti. En lo más íntimo de mi corazón, yo no deseo pecar, pero soy débil, por eso te pido que en todo momento me ayudes a discernir claramente lo que me está pasando, porque no quiero seguir siendo acusado por mi conciencia. También, Padre, ten en cuenta que vivo rodeado del mal, mal de todas clases, y soy vulnerable a muchos ataques del enemigo. Ayúdame a entender que hay muchas cosas que yo no controlo y que las debo dejar a Ti. ¡Tú sí puedes librarme del mal!


…. porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Padre, termino mi oración reconociendo, como al principio, que eres el Supremo Dios, el Todopoderoso, a Ti pertenecen el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Nadie puede disputarte esa posesión. Toda potestad en los cielos y en la tierra es tuya y la has cedido a Tu Hijo Jesús el Cristo, en cuyo nombre he orado. ¡Amén!


La anterior oración es un ejemplo de cómo podemos aplicar aquella exhortación de Cristo, cuando dijo: “Vosotros, pues, oraréis así…”. ¿No le parece maravilloso que Jesús nos haya indicado cómo orar? Sigamos Su indicación, pongámosla en práctica. ¡Estemos seguros de que habrá respuestas!

REBATIENDO LAS DOCTRINAS DEL ENGAÑO, PARTE 1

Por: Esteban Delgado 


Evolución, evolu-ción. ¿Cuántas veces quiso usted saber cómo contestarle a alguien que le dijo que Dios no existe porque la evolución nos hizo lo que somos? Si nunca encontró la forma para combatir las falsedades de los seguidores de la “evolución” entonces este estudio le será de gran provecho. Analizaremos de forma científica cómo rebatir el concepto de “evolución espontánea” usando la misma ciencia que los ateos creen tan superior a la fe. Después revisaremos cómo la creación no pudo ser producto de la casualidad y cómo Dios se vuelve indispensable para la existencia. Finalmente, veremos cómo incluso la filosofía misma desmiente el concepto del ateísmo al demostrar que la existencia no es independiente de Dios.

¿Evolución?
El resolver todos nuestros problemas con la pala-bra evolución, equi-vale a declarar la propia ignorancia.
Anscombe

¿Existe la evolu-ción? ¿Realmente puede un organismo cambiar de es-pecie de forma espon-tánea, o es necesaria la intromisión de una inteli-gencia externa que mani-pule la genética de los seres vivos? Los gobiernos del mundo han hecho un gran esfuerzo por convencer a la población de que la evo-lución es real y que no hace falta la presencia de un Dios o de alguna entidad su-perior para la existencia humana. Si lo pensamos detenidamente, en la ac-tualidad hay demasiada habladuría pseudo-cientí-fica sobre el tema de la “evolución”, la cual es tomada a cargo por gente que no son científicos sino aficionados, que creen que por haber descartado la existencia de Dios en sus vidas automáticamente lo borran de la realidad. Esto que ha llevado a una innumerable cantidad de individuos -faltos de razo-namiento a todas luces- a creer en toda la sarta de falsedades que se les cuentan en la clase de “ciencias” sin siquiera cuestionar si lo que les dicen es correcto. Comen-cemos por lo básico:
 La Ciencia verdadera es aquella que se basa en HECHOS probados, repetibles y comparables.
 Lo que no se puede probar no es Ciencia, sino Fantasía.
 Lo que no sólo no puede probarse sino que implica creerlo ciegamente sin cues-tionar ni investigar independientemente, es DOGMA.
 Los dogmas que no tienen explicación ló-gica para la mecá-nica de los supuestos que enseñan, son HECHICERÍA.
En otras palabras, antes de defender una posición, debemos analizar las implicaciones y con-ceptos subyacentes de la misma, no sea que nos encontremos hablando de Ciencia mientras seguimos la Magia.
¿Teoría de la evolución, o Hipótesis glorificada?
Lo primero que debe saber todo estudioso de las ciencias es que toda ciencia tiene cuatro etapas:
 Propuesta: Aquí se establece un planteamiento sobre un tema de carácter científico que se ha investigado a nivel básico.
 Hipótesis: La Pro-puesta es desarro-llada y se le dan bases de soporte empíricas, se esta-blecen lineamientos básicos de lo que se puede esperar basán-dose en lo que se puede ver a simple vista.
 Teoría: En este punto la Hipótesis debe someterse a pruebas de laboratorio en ambientes contro-lados. Si todo es correcto, los resul-tados naturales y los del laboratorio deben ser iguales.
 Ley: Luego que varios laboratorios, de for-ma independiente, han corroborado que en efecto lo in-vestigado puede re-producirse en un ambiente controlado, se considera una Ley.
La forma de presentar la “evolución” por parte de los ministerios de educación de todo el mundo, haciéndola de aprendizaje obligatorio, no encaja dentro del marco de una hipótesis (lo cual es realmente, ya que no hay pruebas de laboratorio verídicas que hayan pro-bado la evolución) sino que se le embute a los alumnos bajo la perspectiva de una Ley (incuestionable, irre-futable y de aprendizaje obligatorio). La pregunta entonces es, ¿por qué presentar la Evolución como un dogma sin poner en la misma mesa el Creacionismo o la Propues-ta del Universo como Simulación de Computado-ra? Si la evolución no ha sido debidamente probada en un laboratorio como para ser Teoría, ¿qué les da derecho a dogmatizarla como si se tratase de una Ley? (continuará…)


Esto concluye la primera entrega de este estudio. Próximamente continuaremos viendo cómo funciona el universo y dónde se encuentra la humanidad es él.

LA LECCIÓN DE BALAAM

Por: Kenneth Matarrita

En este mundo que va tan acelerado, encontramos que día con día se nos ofrecen una gran cantidad de alternativas para escoger en cualquiera que sea la decisión que debamos tomar, por más simple y sencilla que pueda parecer. Por ejemplo, podemos escoger comer en casa o salir a un restaurante. Si elegimos comer fuera, podemos comer hamburguesas, tacos, pizza, etc. Si escogemos comer hamburguesa, podemos elegir qué clase de carne tenga, que vegetales y que salsas. Con solo este ejemplo tuvimos que hacer como mínimo 5 elecciones distintas. Por algo es que dicen que la vida no es nada fácil.
Hay asuntos que son de mucha mayor importancia que escoger la hamburguesa que nos vamos a comer. Y uno de estos se trata de nuestra relación con Dios. A todos se nos presentan dos caminos: o somos fieles y obedientes, o no lo somos. Sin embargo muchas personas se inventan un camino intermedio, que si vieran más adelante se darían cuenta de tiene el mismo destino del camino en contra de Dios.
En la Biblia encontramos un relato que ejemplifica muy bien el tema del que estamos hablando. Se trata de alguien que intentó estar en un punto intermedio en su relación con Dios, y al final pagó igual que quienes no estaban con Él, ya que tomó una elección equivocada. Hablamos de Balaam.

Cita bíblica: Números 22: 4-6
El relato de Balaam demuestra cuanta influencia puede ejercer un solo hombre en un grupo de personas, y hasta sobre toda una nación entera. Esto demuestra lo mucho que valen las decisiones que tomamos, ya que muchas de ellas no solo afectan a quien las toma. Pero de esto hablaremos más adelante.

La historia se recrea unos años antes de que Israel pudiera conquistar de una vez por todas la Tierra Prometida, luego de mucho tiempo vagando por el desierto debido a su obstinación y constante rebelión contra Dios. Llegaron al límite con el pueblo de Moab, cuyo rey se llamaba Balac. Este se dio cuenta de que Israel sobrepasaba por mucho sus fuerzas moabitas. Sólo sus dioses podían darle la ayuda divina que, según él necesitaba. Por lo tanto se alió con Madián, ambos con un enemigo común el cual era Israel, y buscaron alguien que se hiciera cargo de poner a su favor a todos los dioses, y quitarse a los israelitas de encima. Y la persona en la que pensó Balac fue Balaam.
Balaam no trabajaba de gratis. Era un asalariado que auguraba por dinero. En el paganismo, el poder era observado en el hombre. Este era quien controlaba a los dioses a su antojo. En cambio con el profeta de Dios, por medio de los milagros que realizaba, el poder era observado en Dios mismo. El profeta de Dios tenía la principal preocupación de glorificar y exaltar a su Señor a través de él. Esto es evidente en el caso neotestamentario de Simón el mago y Felipe (Hec. 8). Simón mismo se dio cuenta de que el poder estaba obrando por medio de Felipe y que no lo podía imitar.
Así pues, Balac mandó mensajeros a Balaam para pedirle que fuera a él, con cierto pago para convencerle, recaudado de los ancianos de Moab y de Madián. Sin duda no era esta una muy pequeña suma. Les pidió Balaam a los mensajeros que esperaran una noche mientras consultaba a los dioses. Conociendo de las grandes obras hechas por Dios para Israel desde la salida de Egipto, se dirigió a Él en busca de su ayuda (notemos el absurdo de Balaam al intentar poner al Dios de Israel en su propia contra). Un Dios con tal poder sería suficiente para detener de una vez por todas a esos molestos israelitas. Y puesto que él como mago profesional podía manejar a los dioses a su antojo, no tendría problema para convencerlo para hacer lo que él quería.
Talvez podrá parecernos extraño que Dios le respondiera a alguien como Balaam, siendo Él un Dios santo que no acepta a cualquiera en su presencia. Pero en algunas ocasiones, Dios permitió revelárseles a los que Él no había llamado a profetizar, para manifestar su propósito a través de ellos. La adivina de Endor a la que acudió Saúl sirve de ejemplo.
A la mañana siguiente Balaam les tenía una no muy grata noticia a los mensajeros. Jehová no le permitiría acompañarlos. “Volveos a vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros.” (Num. 22: 13). Esta noticia no dejó conforme a Balac, por lo que “Volvió Balac a enviar otra vez más príncipes, y más honorables que los otros…” (22: 15) Balaam, demostrando una actitud muy respetuosa ante la voluntad de Dios, respondió: “Aunque Balac me diese su casa llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios para hacer cosa chica ni grande.” (v. 18) Aún asi volvió a consultar a Dios, Quien le dio una respuesta distinta esta vez. “Si vinieron para llamarte estos hombres, levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga.” (v. 20)

A la mañana siguiente Balaam se levantó, enalbardó su asna y se encaminó hacia Madian.
Sin embargo Dios no estaba muy contento, ya que sabía muy bien que lo que motivaba a Balaam no era el deseo de obedecerle, sino la codicia por ver que ganaba de ese negocio. Por esta razón, Dios llevó a cabo un evento poco común, e incluso hasta cómico para enseñarle una lección a Balaam. Puso un ángel con una espada en el camino, de tal manera que fuera sólo el asna quien lo viera. Y este al ver el peligro de frente, desviaba su paso, por lo que Balaam la azotaba sin compasión. Y cuando se vio acorralada con un muro, se echó en el suelo. Esto puso furioso a Balaam, quien se dispuso a castigar aún más duramente a su fiel animal. Y ahí fue cuando ocurrió algo inesperado: el asna le habló a Balaam.
“Entonces Jehová abrió la boca al asna, la cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces? Y Balaam respondió al asna: Porque te has burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he acostumbrado hacerlo así contigo? Y él respondió: No.” (Num. 22: 28-30) Balaam se enorgullecía de ser un gran adivino y vidente, sin embargo, un tonto animal vio más de lo divino que él. Al ver el animal resistirse y a Balaam hablando con un animal, nos preguntamos quien era más inteligente.
Entonces el ángel se hizo ver a Balaam, y le dijo: “¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva. Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová: He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas ahora, si te parece mal, yo me volveré.  Y el ángel de Jehová dijo a Balaam: Vé con esos hombres; pero la palabra que yo te diga, esa hablarás. Así Balaam fue con los príncipes de Balac.” (Num. 22: 32-35).

Ya advertido Balaam de que no hablara más de lo que Dios le revelara, llegó donde Balac, quien muy contento le recibió. Al día siguiente le llevó a un monte alto desde el cual debería de decir su maldición contra Israel. Luego de que se construyera un altar, Balaam abrió su boca, pero en lugar de maldición pronunció una bendición contra el pueblo de Dios. Balac enojado por verse burlado, le reclamó, pero Balaam había aprendido la lección de respetar la voluntad de Dios: “¿No cuidaré de decir lo que Jehová ponga en mi boca?” (Num. 23: 12) Entonces Balac le llevó a otro monte donde hiciera otro intento de proferir maldición. Pero una vez más lo que salió de la boca de Balaam fue maldición. Nuevamente le llevó a otro monte con la misma intención, y sin embargo una vez más Israel fue bendecido. “Entonces se encendió la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus manos le dijo: Para maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí los has bendecido ya tres veces. Ahora huye a tu lugar; yo dije que te honraría, mas he aquí que Jehová te ha privado de honra. Y Balaam le respondió: ¿No lo declaré yo también a tus mensajeros que me enviaste, diciendo: Si Balac me diese su casa llena de plata y oro, yo no podré traspasar el dicho de Jehová para hacer cosa buena ni mala de mi arbitrio, mas lo que hable Jehová, eso diré yo?” (Num. 24: 10-13). “Entonces se levantó Balaam y se fue, y volvió a su lugar; y también Balac se fue por su camino.” (Num 24: 25).

Podríamos esperar que la historia de Balaam terminara aquí, sin embargo todavía no había hecho todo lo que podía. En el capítulo 25 de Números se relata que “Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses.” (25: 1) Por alguna razón, el pueblo se vio influenciado a cometer tal clase de maldad, lo cual provocó a Jehová. “Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel. Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel. Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor.” (Num. 23: 3-5)
Entre todo este desorden, un israelita tomó a una de las mujeres madianitas y la introdujo en medio del pueblo. “Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil.” (Num. 25: 7-9) Por este acto tan sublime hecho por Finees, recibió alabanza de parte de Dios, fue bendecido, y la mortandad se detuvo.

¿Qué tiene que ver este relato con Balaam? Mucho sin duda. Si nos dirigimos a Números 31 encontraremos la relación de ambas historias. Un tiempo después de este pecado tan terrible cometido por Israel, Dios les mandó atacar a Madián como venganza por haberlos provocado.” Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón. Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus niños, y todas sus bestias y todos sus ganados; y arrebataron todos sus bienes, e incendiaron todas sus ciudades, aldeas y habitaciones. Y tomaron todo el despojo, y todo el botín, así de hombres como de bestias.” (Num. 31: 7, 9-11) Algo tenían las mujeres madianitas que nublaba la razón de los israelitas, ya que las dejaron con vida. “Y se enojó Moisés contra los capitanes del ejército, contra los jefes de millares y de centenas que volvían de la guerra, y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres? He aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel prevaricasen contra Jehová en lo tocante a Baal-peor, por lo que hubo mortandad en la congregación de Jehová.” (Num. 31: 14-16)
Nos encontramos de nuevo aquí con el nombre de Balaam. Él había sido el responsable de la caída de Israel. No sabemos cuál fue el motivo. Talvez por no perder el negocio, le propuso a Balac otra forma de debilitar a Israel, y esta fue incitándoles a pecar con las atractivas mujeres madianitas. O talvez se sintió humillado al ver que había un Dios al que no podía mover a su antojo, y decidió vengarse de esta forma. Fuera cual fuera el motivo, el pecado más terrible de Balaam no lo constituía su codicia personal. Consistía en que persuadió a Israel a cometer cultos paganos que incluían inmoralidad sexual. Por este pecado, Israel perdió el favor de Dios, y muchos israelitas perdieron la vida debido a la ira de Dios sobre los culpables. De cuan importante fue este evento en la historia de Israel, podemos sabiendo viendo como incluso en el Nuevo Testamento se menciona varias veces el acto de Balaam (2 Pedro 2: 15, Judas 2: 11, Ap. 2: 14). Tal parecía que Balaam había cumplido su objetivo. Sin embargo, Dios no deja a nadie sin su merecido castigo, tarde o temprano este llega. Y en el caso de Balaam fue más temprano de lo que él mismo hubiera esperado.
Como mencionáramos anteriormente, Jehová mandó a Israel a tomar venganza sobre Madián, y luego de hacer un censo (capítulo 26), y de que Moisés le recordara al pueblo algunas de las leyes, en el capitulo 31 Israel comenzó su ataque a los madianitas. “Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón. Mataron también, entre los muertos de ellos, a los reyes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, cinco reyes de Madián; también a Balaam hijo de Beor mataron a espada.” (Núm. 31: 7-8) Este fue el fin de Balaam. Murió como una entre muchas personas comunes y corrientes, sin gloria ni honra. Y murió porque estaba en el lugar y momento menos indicado.

De la muerte y algo más
Haciendo un breve repaso por la vida de Balaam, podemos decir que no estaba del todo equivocado en su forma de ver a Dios. Al dirigirse a Él pudo reconocer que no era un dios ordinario, que de hecho es el Único Dios todopoderoso. Sin embargo, así como muchas personas hoy en día, tenía un concepto incompleto de todo lo que significa la grandeza y la soberanía de nuestro Señor.
La lección principal que debemos aprender del trágico fin de Balaam es que, aún conociendo a Dios, contemplando todo lo que es capaz de hacer, toda su majestad, su grandeza, su poder, su soberanía y control sobre toda la creación, y experimentando de primera mano que no hay nada ni nadie que pueda resistirse a su voluntad y sus propósitos, aún a pesar de esto, lo desestimó, creyendo que podría salirse con la suya. Creyó que estando entre los madianitas estaría seguro, y que ahí Dios no le podría hacer nada. Talvez  pensó que los dioses paganos que adoraba le protegerían, pero estaba muy equivocado, y pago caro su error.

¿Cuántas veces nos hemos encontrado del lado equivocado de la vida? No se trata de una vida sin Dios, no se trata de la clase de vida que niega la dirección y el propósito de Dios. Se trata de la vida que, a veces está de un lado, o a veces está del otro lado. O sea, se trata de una vida indecisa, una fe dividida.
“El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” (Sant. 1: 8). Cómo dijéramos al principio de esta lectura, a través de nuestro vivir diario nos topamos con una infinidad de decisiones. Desde caminar por una acera o por la otra, o si sacar un préstamo o esperar, e incluso escoger al presidente del país. Todas estas son decisiones inevitables que no podemos eludir. Y hay quienes deciden no escoger y dejar simplemente ver que pasa. Se mantienen en un punto intermedio, para tratar de evitar las consecuencias de tomar una u otra elección. En este punto es en el que vive la mayoría de la gente que no participa de la iglesia. Son esas personas que dicen creer, pero que no llevan vidas consecuentes con eso. Son los que dicen gracias a Dios sin realmente tener un espíritu agradecido. Son quienes dicen respeto a Dios mientras hacen todo lo que a Él desagrada. Son quienes intentan concordar todas las religiones diciendo: “Todas alaban al mismo Dios”, y aunque fuera el mismo Dios, ¿acaso todas lo alaban como Él exige que se le alabe? ¿Se apegan todas estrictamente a la Biblia como un todo, y no extrayendo pasajes de por aquí o por allá? ¿Qué clase de gran líder o guía espiritual no cuestiona a quienes sabe perfectamente que están cometiendo pecado, solo porque quiere evitar las discusiones y quiere quedar bien con todos? ¿Qué clase de creyente es el que desestima obedecer a Dios en el acto del bautismo, del arrepentimiento, de la fidelidad en la comunión personal a través de la oración, la lectura bíblica, o congregarse? ¿Qué clase de congregación es la que está pasiva, manteniéndose al margen, no queriendo ofender a nadie, y por ello no aplicando la disciplina eclesiástica tal como lo estipula la Biblia, no preocupándose por la evangelización mundial, simplemente afanándose por las reuniones semanales, sin un verdadero compromiso cristiano y una correcta vida espiritual?

Está ante nosotros la decisión de, o entregar por completo nuestras vidas a Dios, o a Satanás. Esa es la decisión a la que se enfrenta toda persona en el momento en el que ya tiene conciencia de lo que es bueno y es malo. Sin embargo, muchos son indecisos, y para evitar el compromiso o el riesgo al que se deben enfrentar, prefieren quedarse a la orilla, dejando que el tiempo pase. “…Así ha dicho Jehová: He aquí pongo delante de vosotros camino de vida y camino de muerte.” (Jeremías 21: 8) Está muy claro. Sólo hay dos opciones, no existe ninguna intermedia. El propio ser humano ha inventado el punto intermedio, pero lo que no logra entender es que ese camino inventado lleva el mismo rumbo que el de muerte. Mientras sabemos que el camino de vida lleva a eterna comunión con Dios, el Padre.

“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mateo 7: 13-14) ¿Por qué la gente evita tomar una decisión tan fundamental en su vida? ¿Será acaso por pereza, por desinterés, o incluso por ignorancia? Pues por ignorancia no lo creo, por lo menos no la mayoría, porque muchas personas son conscientes de que todo acto malo requiere de un castigo, de que todo se paga tarde o temprano, y que existe un Dios que todo lo ve. Por más que haya quienes lo nieguen, en sus corazones lo saben perfectamente. “…mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos…” (Rom. 2: 15). Entonces, ¿por qué se quedan en la orilla? Por la sencilla razón de que el ser humano por naturaleza busca su propia comodidad. Todos los inventos que se han hecho a través de la historia han sido con el objetivo de facilitarnos las cosas, de hacer todo con el mínimo esfuerzo posible. El ser humano defiende su zona de confort a toda costa. Y así es en la vida espiritual. El ser humano es tan perezoso que prefiere inventarse su propia religión cómoda y fácil, antes de tener que llevar la clase de vida que Dios espera de nosotros. Claro, la vida cristiana no es nada fácil. Requiere compromiso, entrega, disciplina, esfuerzo, dedicación, esmero. Estas no son palabras que le gusten a muchos. Pero así son las cosas, y como no les agrada, prefieren buscar la vía fácil. Nadie quiere sufrir, nadie quiere recibir el castigo. Pero, por más que intenten postergarlo, tarde o temprano llegará de una u otra forma. Y el día que regrese Jesús nos daremos cuenta que los vanos intentos de salvación mediante el camino fácil no servirán de nada.
Aún dentro de la iglesia, siendo cristianos fieles, muchas veces sin darnos cuenta, nos hemos puesto del lado equivocado. Y eso ocurre cuando nos hemos puesto en una posición cómoda, donde nos sentimos bien y no deseamos que nadie nos mueva de ahí. Se evidencia en las personas que solo van a las reuniones o a los cultos cuando no tienen nada mejor que hacer. Cuando leen la Biblia entre semana solo cuando alguien en Facebook postea un pasaje. Cuando oran nada más para dar gracias por la comida, o para pedir la bendición por el camino de ida y regreso al salir de casa. Cuando la relación con los hermanos de la iglesia no es más que la de verlos el domingo, cuando no sabemos nada de las personas que están pasando una situación complicada o difícil. Cuando preferimos el trabajo, o la familia antes que la iglesia. Cuando para nosotros la relación con Dios no es más que un accesorio para los momentos de dificultad. Esa es la evidencia de una persona no comprometida, una persona que está en su zona de confort.

Aquí es donde le hago la pregunta hermano, ¿de qué lado está usted en su relación con Dios? ¿Está del lado de Dios, siéndole fiel y obediente, poniendo todo su empeño en su relación espiritual, está del lado equivocado, viviendo según su propio pensamiento el cual solo puede ser pecaminoso si no toma en cuenta a Dios, o está en el inexistente punto intermedio, donde a veces está de lleno con Dios, y a veces está lejos de Él? Recuerde que ese punto intermedio no existe. Es el lado contrario de Dios solo que camuflado. Si no sabe de qué lado está es el momento de hacer conciencia, y tomar una decisión. No la postergue más. Puede que mañana sea tarde.